Elektra, obsesión desmedida por la venganza...

Elektra”

Puesta en escena del Teatro Municipal de Santiago


Impactante y desgarradora producción del Teatro Municipal de Santiago en lo que a lírica refiere para la presente temporada oficial de 2010. “Elektra”, segundo título de la programación artística será representada hasta el martes 29 de junio en el Teatro del Centro Cultural de Carabineros. La ópera, eminentemente femenina cuyos personajes conllevan una fuerte carga clínico-patológica; dignos del mejor psicoanálisis, está compuesto por un elenco de lujo que es el encargado de dar vida a la tragedia de Sófocles.


Elektra”, la ópera de Richard Strauss y libreto de Hugo von Hofmannsthal basado en la tragedia homónima de Sófocles, el gran trágico heleno; llamado también “el poeta de los dioses”, se desarrolla en un solo acto y siete escenas o secciones de la siguiente forma: Preludio y las criadas; monólogo de Elektra; dúo de Elektra y Crisotemis; dúo de Elektra y Clitemnestra; dúo de Elektra y Crisotemis; dúo de Elektra y Orestes; Conclusión, Exterminio y Danza. La partitura, intensa y conmovedora de alto contenido dramático cuya disonancia continua juega en la superposición tonal, refleja el recurso usado por el compositor para delinear el complejo mundo de los personajes para su ópera. La pesadez trémula de la emisión sonora, presagia desde los primeros compases el fin disoluto de la tragedia. La gran orquesta cobra especial fuerza en los bronces y percusión en los momentos de mayor dramatismo y contraste emotivo de los personajes. La concepción musical que tuviera Richard Strauss para esta ópera, se traduce a 1 hora y 40 minutos aproximadamente de gran riqueza politonal; una verdadera “Sinfonía Psicológica”, donde el espectador no queda ajeno a la conmovedora información sonora.


El argumento lo podemos resumir en pocas palabras de la manera que sigue: En el palacio de Micenas, las criadas al interior del patio real murmuran contra la actitud de Elektra, quien vive pregonando como vengar a su asesinado padre, Agamenón. El mismo ha muerto a manos de su esposa Clitemnestra en complicidad con su amante Egisto. Crisotemis, hermana de Elektra, intenta en vano persuadirla para que desista de tal propósito; pues Crisotemis desea para sí, una vida de familia con esposo e hijos, abstrayéndose de esta forma al drama familiar que los aqueja. Elektra absorta en sus pensamientos, obsesión y fijación por la venganza, la recrimina burlándose y maldiciéndola. Posteriormente aparece Clitemnestra seguida de un séquito de sirvientes en un acto en ofrecer un nuevo sacrificio a los dioses para exculpar sus permanentes sueños y pesadillas producto del crimen cometido contra su esposo. Elektra haciendo propicia la ocasión; ya que la tiene enfrente y a solas, le enrostra su actuar y le comenta para horror de Clitemnestra, como ha planificado su venganza donde la sacrificada debe ser ella misma; o sea su propia madre. Orestes, hermano de Elektra a quien Clitemnestra había enviado lejos de Micenas tras el crimen cometido contra Agamenón; vuelve al palacio de forma oculta, descubriéndose solo a Elektra. Orestes cobra venganza matando a Clitemnestra y posteriormente a Egisto. La escena final contempla a Crisotemis anunciando a Elektra que su hermano Orestes ha consumado la venganza.... para entonces, Elektra sumida en una frenética danza cada vez en mayor descontrol, cae muerta ante los ojos de su hermana Crisotemis.


El rol titular está a cargo de la soprano dramática estadounidense Jeanne- Michèle Charbonnet, quien ha registrado una magistral interpretación para el complejo personaje de Elektra en esta pasada.. La artista mantiene una fuerte carga emotiva de principio a fin imprimiéndole dramatismo “in crescendo”. Su personaje, evidentemente agotador tanto en lo vocal como actoral remueve las entrañas del espectador. Jeanne-Michèle Charbonnet es un actriz convincente, cuya entrega raya en el carácter psicopático del personaje. En lo estrictamente vocal; la artista posee un buen caudal de voz cuyo color la posiciona para este tipo de roles. Su registro es bien temperado en las notas bajas y centrales, siendo más débil hacia el agudo; no obstante con inteligencia y oficio sale adelante de los complejos pasajes en las notas altas, aun cuando el “Tutti” de la orquesta la opaca. Los momentos de mayor logro dramático se sintieron en los dúos con Clitemnestra y Orestes.


Ann-Marie Backlund, soprano sueca responsable de dar vida a la evasiva Crisotemis, posee un timbre y color hermoso, sumado a unos bellísimos agudos que resuelve con delicadeza, buen apoyo técnico y fraseo controlado. Su registro es parejo con buen volumen de voz. En lo actoral, posee fuerza expresiva componiendo una Crisotemis delicada y temerosa.


Gran porte y presencia escénica de la mezzo sueca Susanne Resmark, quien tiene a su cargo el rol de Clitemnestra. Voz algo oscura pero con buen cuerpo en las notas centrales, desarrolla un personaje a momentos culposo, a momentos irreverente. El dúo sostenido con Jeanne-Michèle Charbonnet toma tintes interesantisimos y bien diferenciados en cuanto al contraste psicológico de los personajes.

Harry Peeters, bajo-barítono holandés, entrega una composición ajustada del personaje Orestes. Su timbre algo oscuro, tiende a opacarse en las notas centrales, no así en en la emisión de sonidos bajos. Su escena junto a Jeanne-Michèle Charbonnet es intensa y comprometida. Donald Kaasch, tenor a cargo del personaje de Egisto, hace una buena recreación del personaje; aunque breve, se deja notar el oficio. El elenco es integrado además por Evelyn Ramírez, Jenny Muñoz y Miriam Caparotta entre otros, quienes desarrollan eficazmente los roles de Confidente, Dama de Compañía y Gobernanta respectivamente.


La puesta en escena del regisseur alemán Michael Hampe, aprovecha al máximo las “posibilidades” de un teatro no dimensionado para la la ópera, por lo mismo contempla a la orquesta de fondo y la acción en primer plano. El resultado es más que óptimo. La escenografía de Germán Droghetti, propuesta para la producción cubierta de rojo, habla claramente de la atmósfera en que se desarrollará la acción y el trasfondo de la tragedia misma. Vestuario en negro mayoritariamente y rojo en combinación, es sugerente para el concepto de la temática. La participación de un ballet con coreografía de Patricio Gutiérrez, es algo escueta, no permitiendo al elenco de baile profundizar más adelante. La iluminación de Ramón López, logra acertadamente los ambientes apoyando las características psicológicas de los principales en la escena.

La Orquesta Filarmónica de Santiago, junto a la batuta arrebatadora y comprometida de Rani Calderon, deja entrever lo más enigmático y profundo del compositor para una partitura compleja imprimiéndole dramatismo a la conducción. Un montaje con voces de alto vuelo, certera lectura y músicos atentos para ahondar en las profundidades, desequilibrios y trastornos de la mente humana a la manera de “Elektra”.

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