El patio de una casa es el ámbito ideado por la coreógrafa María José Goldín para desarrollar su nueva experiencia. Allí, tres mujeres y un hombre irán cruzándose en escena en tiempos muy diferentes y generando múltiples relaciones. La cotidianeidad se impone en esas maneras de buscarse o rechazarse y esa misma cotidianeidad los tornará más febriles o más opacos según los juegos a los que se entreguen. Cada escena está cargada de una energía singular. Esos personajes se lanzarán a veces con violencia sobre el espacio, con la única intención de develar algo de sus intrincados interiores. Entre ellos parece haber una fuerte distancia, sólo breves encuentros los hacen crecer, ser algo más de lo que en apariencia son.En un marco escenográfico potente ideado por Fernando Dopazzo y en el que los espacios son utilizados en sus mínimos detalles, Goldín construye una propuesta intensa. Los bailarines actores demuestran una fuerte entrega, sus cuerpos se exponen en plenitud para que cada situación crezca hasta su justo límite. Algunas acciones terminan en una violencia inesperada, pero sólo quedarán en el espectador las imágenes de unos seres endebles que harán lo imposible por manifestarse enteros y seguros.Carlos Pacheco
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