Lecturas del amor y el desamor...

Ventana o Pasillo?


El trabajo mancomunado que desde hace un tiempo llevan a cabo Escenalborde - Artes Escénicas Contemporáneas - liderado por los artistas Rocío Rivera e Iván Sánchez y el Teatro Mauri, permitieron disfrutar a los porteños este domingo 6 del corriente, la puesta en escena “¿Ventana o Pasillo?”. La obra coreográfica, autoría de la creadora nacional Vivian Romo con música original de Carolina Holzapfel, se desarrolló en el teatro porteño con un elenco compuesto por músicos y bailarines en escena más equipo técnico. La agrupación artística liderada por la bailarina y coreógrafa Vivian Romo actuó en diversas comunas de las regiones VI y V, finalizando precisamente en el puerto de Valparaíso. La Itinerancia en cuestión fue financiada por Fondart y el apoyo de instituciones gubernamentales y privadas regionales.


Siete bailarines, (cuatro damas y tres varones) nos introducen en las vivencias del amor y el desamor de la pareja; cuyas relaciones nos llevan por un paseo de emociones dramáticas, irónicas obsesivas, humorísticas e incluso ambiguas. La narrativa a través del movimiento danzado, nos permite incursionar en los intricados pasillos que suele caminar la pareja humana en sus relaciones afectivas, pasando por momentos extremos entre la catarsis y el humor. La coreógrafa desarrolla su exposición por medio de una paleta emotiva que


ahonda en lo íntimo y a veces muy complejo del ser humano en cuanto a las pasiones, tormentos, sentires, visiones y concepciones del amor. La psiquis interroga mas no responde a todo, emociones encontradas y otras no resueltas con diversos matices y grados de emotividad están presente en la obra. Reflejan en parte, el diario vivir de una sociedad que corre vertiginosamente en busca de la satisfacción personal; no obstante, la misma se debate entre los intereses y sentires personales de la contra parte. Vivian Romo, plantea el amor como eje de la existencia humana, sus distintas intensidades y apropiaciones entre los seres humanos. La soledad, la ilusión del amor no sufrido, el reflejo en el otro, el amor fracturado, en fin... son las imágenes y sentimientos que los bailarines plasman en escena a través de su entrega en ocasiones con delicadeza y sumisión, otras irreverente y doliente.


El elenco compuesto por bailarines(as) con dominio del movimiento y sus cuerpos, dan cuenta de una sólida comprensión e incorporación de la técnica de base; la misma que les permite respaldar y desarrollar apropiadamente el lenguaje de la danza contemporánea, sus códigos, principios y postulados. Se puede advertir claramente en los intérpretes, una notoria diferencia de los conceptos “a favor y en contra” de la fuerza de gravedad y sus manejos en las caídas y recuperaciones, asunto a veces confuso en la escena local. La validez de una técnica base (entiéndase académico-clásico), cobra importancia vital en esta propuesta. Luis Antonio Baeza, Valentín Keller y David Correa, resueltos y seguros en su danzar, emotivamente comprometidos. Elena Arce, Gianina Hernández, Rocío Espejo y Jenny Sepúlveda; cuidada figura , correcto delineamiento de los matices y carga emocional para el desarrollo de sus intervenciones.


La música, original de Carolina Hopzafel, quien a su vez aporta con la voz a las canciones más la interpretación de su propia música en teclado; se acompaña además de la viola de Tamara Molina y el clarinete de Jair Moreno. La composición de Carolina Holzapfel, sin duda es la directriz del planteamiento coreográfico de Vivian Romo. Podemos decir que ambas artistas llegan a una simbiosis ajustada, siendo difícil apreciar lo creacional por separado; no obstante, el dúo mantiene su esencia primigenia. Ahora bien, el pulso de la pianista casi siempre en “fff o ff “ crea una atmósfera musical de contrastes arrebatadores y cromáticamente agresivo en esta producción, si bien notamos ausencia de los “pp o mp”, amén de otros matices en cuanto a dinámica musical, creemos válida tal actuación por parte de la pianista y compositora, en atención a la sucesión de ideas contenidas y emociones desarrolladas en lo argumental, o mas bien conceptual de la propuesta danzada.


Los elementos escénicos y lumínicos por parte de Marcelo Arancibia cumplen con la necesidad y creación de las distintas ambientaciones. La inclusión de mesones y bancos de fácil transporte en escena, da agilidad y ritmo al concepto cinético de la coreógrafa. El vestuario de Beatriz Zamora; simple y realista, cumple el objetivo e identifica otorgando comodidad a los bailarines intérpretes.






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