DOLORES MAYAN
Rudolf Nureyev
17 de marzo de 1938 Rusia - 6 de enero de 1993 París
Rudolf Nureyev, considerado por muchos críticos como el bailarín más importante del siglo XX, después de Nijinski. Nureyev puso el baile masculino a la misma altura que la de sus oponentes femeninas, y durante más de 30 años fue la estrella más conocida del mundo del ballet. Su espectacular técnica el genio interior y una marcada sensualidad le convirtieron en figura indiscutible.
De origen tártaro, había nacido en el transiberiano cuando su familia se dirigía hacia Vladivostok. Destacó muy pronto como intérprete de danzas populares y a los 17 años logró ingresar en la escuela Vaganova, requisito casi imprescindible para poder luego ser admitido en el prestigioso Kirov de Leningrado. Entre 1958 y 1961 fue la estrella de dicha formación y en junio de 1961, en el curso de una gira a la que habían accedido reticentes las autoridades soviéticas, Nureyev aprovechó los trámites aduaneros del aeropuerto parisino de Bourget para escapar al control de los agentes de seguridad que acompañaban al Kirov en sus salidas al exterior.
Desde esa fecha Nureyev fue algo más que un excelente bailarín, convertido por los medios de comunicación en un elemento de la propaganda anticomunista. La Opera de París no le contrató debido a las presiones diplomáticas de la URSS y sólo a través de la compañía independiente del Marqués de Cuevas pudo iniciar s u fulgurante carrera profesional en Occidente. En Londres, en el Covent Garden, en compañía de Margot Fonteyn, renovó todo el repertorio clásico y se habló de él como del "nuevo Nijinski". Años más tarde, Nureyev intervendría precisamente en la película del director británico Ken Russell dedicado al célebre bailarín.
La vida de Nureyev se organizó alrededor de París y Londres. En 1982 fue nombrado director del cuerpo de danza de la ópera de París, donde pudo montar varias coreografías.
El propio bailarín, que decía de sí mismo que era fruto del trabajo "mucho más que de condiciones innatas", creía haber aportado a la danza el haber roto "las barreras que separaban la danza clásica de la danza moderna". Así, junto a sus grandes éxitos con obras de Prokofiev o los triunfos mundiales en Giselle o en El lago de los cisnes, estaban sus colaboraciones con creadores contemporáneos como Maurice Bejart, Martha Graham, Roland Petit, George Balanchine o José Limón.
La agitada biografía de Nureyev le convirtió en un personaje cuya popularidad trascendía el ámbito estricto de la danza. Su fuga de la URSS, por lo espectacular y celebrada, hizo que las autoridades soviéticas le cerrasen las fronteras durante muchísimos años. Para alguno de sus amigos, como Louis Besson "siempre fue una persona marcada por la ruptura con su Rusia natal".
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