Por Ornela Sabbatini
¿Quién no ha jugado de niño a la mancha estatua, en la que había que quedarse inmóvil luego de haber corrido por todo el patio de la escuela, o por toda la casa? ó ¿quién no ha desarmado el comedor para hacer el baile de la silla, dando vueltas en círculos, tratando de ir con el cuerpo bien cerca de los bancos para lograr sentarse cuando apenas se apagara la música ?
Estos dos juegos, aunque parezcan distintos, tienen algo en común: la introducción de la quietud en la dinámica lúdica; consigna que aunque nos parezca sencillo, puede resultar todo un desafío, pues se requiere tener control del ritmo corporal.
El Baile de Pinocho es un juego creado en conjunto con un grupo de alumnas de danza (de 4 años) y es una combinación de los dos juegos mencionados anteriormente. Tiene como objetivo, además de divertirse utilizando el cuerpo como herramienta, experimentar las variaciones rítmicas y calidades de los movimientos.
¿Cómo se juega?
El coordinador del juego canta "En la casa de pinocho, sólo cuentan hasta ocho: pin uno, pin dos, pin tres, pin cuatro, pin cinco, pin seis, pin siete y pin ocho”.
Los jugadores bailan durante la canción y cuando termina, deben permanecer inmóviles. Esta posición se llama “foto” y en ella, cada participante elige la pose que más le guste. El coordinador puede pronunciar “foto” luego de la canción para recordar que deben quedarse quietos.
Así, la persona encargada de coordinar el juego, va cantando varias veces la canción y cada vez va haciendo variaciones: puede cambiar el ritmo del canto o bien, proponer anteriormente una pauta de movimiento como imitaciones de animales, movimientos de diferentes partes del cuerpo, dramatización de situaciones. Por ejemplo : “Ahora bailamos como perritos”, ”ahora bailamos moviendo sólo la cabeza” o bien, “ahora bailamos como si nos soplara un viento muy fuerte”. Además, se puede acompañar el canto con instrumentos como una pandereta, un tamborcito, maracas o xilofón.
Cuando el juego ya es conocido, se puede ir incrementando el grado de complejidad, como por ejemplo, decir “foto” en el medio del canto o pedir poses en distintos niveles (bajo: en el piso, alto: parados). También se pueden utilizar elementos que acompañen el baile como cintas, pañuelos o globos.