niños (2)

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Por Ornela Sabbatini

¿Quién no ha jugado de niño a la mancha estatua, en la que había que quedarse inmóvil luego de haber corrido por todo el patio de la escuela, o por toda la casa? ó ¿quién no ha desarmado el comedor para hacer el baile de la silla, dando vueltas en círculos, tratando de ir con el cuerpo bien cerca de los bancos para lograr sentarse cuando apenas se apagara la música ?

Estos dos juegos, aunque parezcan distintos, tienen algo en común: la introducción de la quietud en la dinámica lúdica; consigna que aunque nos parezca sencillo, puede resultar todo un desafío, pues se requiere tener control del ritmo corporal.

El Baile de Pinocho es un juego creado en conjunto con un grupo de alumnas de danza (de 4 años) y es una combinación de los dos juegos mencionados anteriormente. Tiene como objetivo, además de divertirse utilizando el cuerpo como herramienta, experimentar las variaciones rítmicas y calidades de los movimientos.

¿Cómo se juega?

El coordinador del juego canta "En la casa de pinocho, sólo cuentan hasta ocho: pin uno, pin dos, pin tres, pin cuatro, pin cinco, pin seis, pin siete y pin ocho”.

Los jugadores bailan durante la canción y cuando termina, deben permanecer inmóviles. Esta posición se llama “foto” y en ella, cada participante elige la pose que más le guste. El coordinador puede pronunciar “foto” luego de la canción para recordar que deben quedarse quietos.

Así, la persona encargada de coordinar el juego, va cantando varias veces la canción y cada vez va haciendo variaciones: puede cambiar el ritmo del canto o bien, proponer anteriormente una pauta de movimiento como imitaciones de animales, movimientos de diferentes partes del cuerpo, dramatización de situaciones. Por ejemplo : “Ahora bailamos como perritos”, ”ahora bailamos moviendo sólo la cabeza” o bien, “ahora bailamos como si nos soplara un viento muy fuerte”. Además, se puede acompañar el canto con instrumentos como una pandereta, un tamborcito, maracas o xilofón.

Cuando el juego ya es conocido, se puede ir incrementando el grado de complejidad, como por ejemplo, decir “foto” en el medio del canto o pedir poses en distintos niveles (bajo: en el piso, alto: parados). También se pueden utilizar elementos que acompañen el baile como cintas, pañuelos o globos.

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Por Ornela Sabbatini

Durante la infancia, los niños desarrollan juegos en donde el cuerpo se ve ampliamente involucrado y en los cuales experimentan sus habilidades y destrezas corporales. Para ellos, el movimiento es un medio esencial de comunicación y una de las primeras formas en que expresan sus pensamientos y emociones. A través del movimiento rítmico, comienzan a desarrollar conciencia de su cuerpo y del espacio que los rodea. Por tales motivos, incentivar en los chicos la práctica de actividades artísticas que impliquen movimiento es sumamente beneficioso.
La bailarina de trapo tiene la intención de despertar en las niñas la inquietud de conocer el arte de la danza.
A través de este cuento para personalizar, el lector puede decidir el nombre de la niña protagonista de la historia.
Esta niña adora bailar, pero tiene temor de empezar clases de baile. Finalmente su amiga de trapo la motiva para entrar a la escuela de danza y descubrir allí, un mundo habitado por la música y el movimiento.
Laura Escudero aborda así la temática de la vergüenza y el miedo ante lo nuevo. Además la obra es un buen recurso didáctico para docentes de esta disciplina artística que trabajan con niños, ya que también habla de la permanencia de los pequeños en el salón.
Recomendada para niñas a partir de los 6 años.
Autor: Laura Escudero. Nació en Bella Vista, Buenos Aires en 1978. Es maestra jardinera, bailarina y escritora.
Editorial: Dunken

Fuente: www.quehacemosma.com

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