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La Guaragua se ha establecido como un festival Nacional e Internacional de Danza Teatro con identidad propia que nace a partir de la necesidad de  profundizar a este género a través  de una programación Internacional anual que se realiza en distintos espacios no convencionales, instituciones educativas, teatros, parroquias y comunidades,  incentivando la  creación artística, difusión, producción, circulación de muestras escénicas, talleres, conversatorios y una plataforma de reflexión de procesos teóricos prácticos , análisis y metodologías que se realiza en uno de los ejes temáticos del festival como son los  Encuentros de Saberes.

 

La Guaragua 2018 - VI Festival Internacional de Artes del Movimiento, se realizará del 23 al 27 de Mayo en la ciudad de Quito.

Revisa las bases en: http://festivallaguaragua.wixsite.com/laguaraguafestival/bases-de-convocatoria12249250694?profile=original

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ATMÓSFERA DIGITAL, ALEMANIA.- Como parte de su proyección como una institución dirigida a fomentar el arte y la cultura, la Asociación K41 de la ciudad de Colonia en Alemania, celebra su la muestra titulada “Kunst und Religión”, en la cual participa el artista dominicano Jochi Muñoz junto a otros de distintos países.

En esta ocasión, Muñoz participa con tres vídeos que documentan sus performances “53 Cuentas”, “Dilución” y “Agnus Dei”.

Jochi Muñoz expresa: “Sin dudas, haber recibido la invitación a participar en el evento Kunst & Religión es una deferencia hacia mi trabajo que agradezco y valoro, ya que permite que el mismo sea mostrado en otras latitudes y sometido, por tanto, a otras miradas, a otras consideraciones”.

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La curadora de la muestra, Margarita Grullón, delante de la proyección de uno de los videos de Jochi Muñoz

El primer vídeo trata sobre el performance “53 Cuentas”, en el cual Jochi reza el rosario frente a la Catedral Primada de Américaa la 6:00 de la tarde, hora del ángelus, pero obviando los textos originales, y diciendo, en cambio, la poesía infantil “La muñeca” en el lugar en donde se rezarían los avemarías. Son 53 veces que se dicen estos, por tanto, fue ese número de veces que dijo la poesía. En su acción el artista extrapola lo que dicen los versos a lo que ocurre en nuestra sociedad: la violencia que se pretende no ver; la violencia que se quiere acallar. Que la Iglesia pretende, muchas veces, obviar.

En el performance “Dilución” el artista hace alución a como se van borrando en la vida los recuerdos; como se van olvidando los elementos culturales; como se va perdiendo la identidad; como va languideciendo el amor. A la vez, es un símil de las obsesiones que minan la existencia del ser humano, y de las que muchas veces no se puede -o no se quiere- uno desprender. El artista hizo barquitos de papel, por espacio de dos horas ininterrumpidas, empleando la estampa de Ntra. Sra. de los Dolores La Dolorosa, la Metré Silí del panteón de la religiosidad popular dominicana), y los colocó en el agua contenida en un balde grande. El agua contenía cloro para que la imagen de la Santa se fuera diluyendo poco a poco.

“Agnus Dei” es el performance que se presentó el 1 de octubre de 2011, como parte de las actividades paralelas a la muestra “El Museo del Prado en Santo Domingo”, exhibida en el parque Independencia. Cada artista del performance invitado hizo una relectura de una de las obras pictóricas expuestas, creando otra que tocase la realidad del entorno social actual. Jochi Muñoz eligió la pintura Agnus Dei, de Francisco de Zurbarán. El artista procura llamar la atención sobre la situación del trabajo infantil, que por fuerza de verla diariamente, a muchos les pasa desapercibida. No se repara en todas las incomodidades, sinsabores y peligros a que están expuestos esos niños, al desarrollar su labor en lacalle.También, se podría leer la pieza como una petición al Cordero para que las penas del desamparado sean limpiadas, tal y como se pide en la Misa, a favor de los creyentes.

De su lado, la curadora de la muestra, Margarita Grullón, sostiene que “La obra de Jochi Muñoz es una obra comprometida con las realidades del ser humano y su entorno. En esta oportunidad, se exhiben sus trabajos dentro de una iglesia católica, considerada un monumento histórico, con temas que cuestionan incluso a la misma iglesia. Es la primera vez que un artista dominicano expone en este contexto, lo que constituye en un logro y un orgullo para la República Dominicana”.

 La exposición “Kunst und Religión se presenta en la Iglesia St. Michael en la de Colonia, en Alemania.

Publicado en: http://atmosferadigital.blogspot.com/2017/11/artista-jochi-munoz-pa...

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Luis Ortigoza y el celo por la tradición

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"RAYMONDA" (Romina Contreras)
Fotografía: Patricio Melo

Crítica de Ballet
Por Charles Benner
(Desde Santiago)
26 / 11 / 2017

Extraordinario estreno y magistral producción exhibió el día de ayer el Ballet de Santiago y su “Raymonda” en versión completa y revisión coreográfica de Luis Ortigoza. Sin duda, una avanzada de gran envergadura y excelente factura es la que nos brinda el ex bailarín estrella en su revisión y recreación para este título, el mismo que viene a reforzar el vasto repertorio de la compañía nacional. “Raymonda” corresponde al último gran ballet creado por el marsellés decimonónico Marius Petipa en una tardía alianza con Aleksandr Glazunov tras la muerte de Piotr Ilich Tchaikovsky. El argumento del ballet basado en hechos históricos, otorgan a este título un atractivo especial y más aún, cuando el montaje nos llega por vez primera en la versión completa. Por otra parte, un soberbio y competente elenco encabezado por Romina Contreras, Emmanuel Vásquez y Rodrigo Guzmán, aseguran el éxito rotundo de esta temporada. En cartelera hasta el 2 de diciembre en el Teatro Municipal de Santiago.

Sin duda Marius Petipa fue el gran arquitecto del ballet ruso y forjador de una tradición sin par. El Teatro Imperial de San Petersburgo fue testigo de la gran imaginativa y creatividad del francés afincado en la Rusia zarista durante un extenso período del romántico siglo XIX. La genialidad de este autor permitió estructuras dramáticas que a la fecha continúan siendo absolutamente vigentes y atractivas tanto para noveles coreógrafos, como consagrados y espectadores en general.

Conocedor del academicismo de las escuelas imperantes en su época y sumado a un profundo conocimiento de las danzas de carácter, dotó a sus ballets de una rica, variada y compleja escritura coreográfica situándolas a nivel de obras de arte mayor. La trilogía integrada por “El lago de los cisnes”, “La bella durmiente” y “Cascanueces”, junto a “La bayadera” y concluyendo en “Raymonda”, hablan de la gran sapiencia creativa y pureza estilista del clasicismo desarrollado por el marsellés. Su arte caracterizado por la exigencia técnica y sentido del buen gusto dejaron tras sí, el acrobatismo italiano y el lujo exacerbado del ballet francés desarrolladas en la era romántica. Reformuló los roles y asignó las competencias específicas para la dama y el varón. El sello estilístico de Marius Petipa se puede visualizar en toda su literatura coreográfica a través de sus grandiosos Pas de Deux y sus respectivas variaciones y codas.
Aleksandr Glazunov es considerado el último exponente de la escuela nacional rusa de composición fundada por Mijaíl Glinka y además cultor de la llamada música de programa. A la muerte de Piotr Ilich Tchaikovsky, el coreógrafo Marius Petipa invita a Glazunov a colaborar en las creaciones de nuevos ballets. De esta alianza saldrán “Las estaciones”, “Raymonda” y “Astucias de amor"

Oído excepcional y prodigiosa memoria musical fueron tempranamente sus mayores dotes permitiéndole avanzar vertiginosamente en sus estudios musicales. A los 16 años estrenó su primera Sinfonía con singular éxito el 29 de marzo de 1882. Mitrofan Belyayev, rico terrateniente y comerciante ruso, mecenas y amante de la música se sintió cautivado por el precoz talento de Glazunov dedicándose de lleno a promover la carrera musical de su protegido. Por otra parte, Aleksandr Glazunov desarrolló una duradera amistad con su maestro Rimsky Korsakov a pesar de la diferencia de edad.

Aleksandr Glazunov comenzó a ser conocido a través del Círculo Belyayev, instancia que promocionaba el mecenas en su palaciega mansión de San Petersburgo. En 1884 Belyayev lleva al joven Glazunov de viaje por Europa Occidental conociendo en aquella ocasión al húngaro Franz Liszt. Aun cuando la crítica le era bastante favorable, Glazunov experimentó un periodo crítico en lo que respecta a la creación musical recuperándose con rapidez. De este nuevo período vendrán tres nuevas sinfonías, 2 cuartetos y el ballet Raymonda.

En esta oportunidad Luis Ortigoza, ex bailarín estrella del Ballet de Santiago, indaga, investiga, propone y recrea con gran acierto una nueva versión de “Raymonda” basada en el original de Marius Petipa. Respetuoso del estilo y celoso de la tradición, Ortigoza se permite realizar un “lifting” a la obra conservando la esencia. Podemos afirmar que en su apuesta logra absoluta concordancia entre la armonía estructural de la obra y la acción dramática ajustada a tiempo y lugar.

La misma se percibe ágil, dinámica y extremadamente atractiva visualmente. Un acierto son las danzas otorgadas al contingente masculino, como así también el remozado perfil para Abderakhman en términos más bailados que una acción dramática en reposo. El rescate de este título en su versión integral es un aporte valioso al repertorio de la compañía y una obra que permite grandes desafíos para el crecimiento artístico de sus integrantes. La reducción de tres actos a dos nos parece acertada pues agiliza en gran manera la acción dramática. Toda vez que se tocan los grandes clásicos se corren grandes riesgos, no obstante Luis Ortigoza, ha salido airoso tanto en esta revisión como aquellas realizadas anteriormente con “La Bayadera” y “Paquita”

Pablo Núñez, escenógrafo y vestuarista con una dilatada trayectoria y grandes logros a su haber, tiene la capacidad de sorprendernos toda vez que sus propuestas suben a escena. Fino, elegante y de gusto refinado en sus apuestas responde a un trabajo investigado y dedicado con extraordinario profesionalismo. La escenografía para esta “Raymonda” es verdaderamente magistral.

La recreación de ese palacio íntimo y algo solitario en una cuidada selección de tonos y colores, logra el efecto deseado. No obstante, nos pareció del todo extraño lo referido a vestuario, que si bien en cuanto a textura, color y forma no tenemos objeción, sí, las hay en cuanto a la elaboración y terminación. Especialmente cuando vestuario de época se trata. El recamado y la pedrería en esta oportunidad, brillaron por su ausencia. Ahora bien, durante el intermedio entre acto y acto averiguamos las razones de tal escases. Es una lástima que la actual Dirección General del Teatro no haya privilegiado la excelente labor que por décadas ha desarrollado el taller de vestuario del teatro junto a su efectivo personal. ¡Lamentablemente por muy europea que haya sido la encomienda, la misma no cumplió!

La compañía toda luce un alto nivel técnico para esta exigente puesta en escena en cuanto líneas, cruces, levantadas y sobretodo rapidez y velocidad de piernas. Romina Contreras (Raymonda), resuelta en toda su gama interpretativa. Vemos en ella una bailarina de amplio registro y hermosa línea. Técnicamente segura ante las complicadas variaciones y brillante en sus resoluciones.

Emmanuel Vásquez (Jean de Brienne), se perfila como potencial referente masculino del conjunto capitalino. Seguro en su ejecución y brillante en los giros y tour en l’air. El tiempo dará la madurez necesaria para desarrollar y asimilar en propiedad el campo de la interpretación. Rodrigo Guzmán (Abderakhman) un verdadero camaleón en escena cuya cualidad para recrear personajes es verdaderamente asombrosa.

Una vez más nos sorprende gratamente con la construcción del rol, desempeño del mismo y la gran capacidad de dialogo escénico. Por otra parte, especial mención merece el cuarteto conformado por María Lovero, Mariselba García, Gustavo Echevarría y Alexey Minkin, cuyo lucido desempeño durante todas sus intervenciones sean estas grupales o en solitario, merece destacar. Por último, una antigua y experimentada gloria da vida al rol del Tutor de Palacio, el maestro Jaime Pinto cumple con el rol a cabalidad.

El diseño de iluminación propuesto por José Luis Fiorruccio es rico en colorido y temperatura creando atmosferas diversas que respaldan tanto la composición de Luis Ortigoza como la escenografía de Pablo Núñez. La Orquesta Filarmónica de Santiago tuvo un feliz desempeño bajo la conducción del experimentado José Luis Domínguez para una adaptación musical del maestro Pedro- Pablo Prudencio.

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LA FILLE MAL GARDÉE

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Fotografía: Gabriel Valencia

Crítica de Ballet
Por Charles Benner
(Desde Los Ángeles)
04 / 11 / 2017

Entretenida y chispeante resultó ser la tercera y última función que ofreció el Ballet Municipal de Los Ángeles para el atractivo título de todos los tiempos “La Fille Mal Gardée”. Dicha puesta en escena los días 1 y 2 del corriente, responde a la versión adaptada por el maestro Hugo Zárate sobre la coreografía de Frederick Ashton y música de Peter Ludwig Hertel y Ferdinand Herold. El elenco angelino muestra grandes avances además de evidenciar un sentido de grupo muy compacto; aspecto importante para el crecimiento y desarrollo artístico del conjunto. Por otra parte, comprobamos que una importante cantidad de nuevos talentos viene a reforzar el elenco, el mismo que tiempo atrás estuviera en riesgo de desaparecer. Celebramos estos aires renovados, el entusiasmo y profesionalismo con que están realizando el difícil y efímero arte del ballet y la danza en la sureña ciudad de Los Ángeles.

Hugo Zárate, artista transandino afincado en la ciudad de Chillán donde tiene su propio estudio; año a año plantea desafíos de gran envergadura relativa a sus puestas en escena tanto en su escuela como en el Ballet Municipal de Los Ángeles, conjunto que él dirige. Si pensamos que el grueso de los integrantes es mayoritariamente estudiantes y con una gran carga horaria en sus respectivos colegios, sumado al hecho de que la provincia siempre es infinitamente más lenta en todo orden cosas; la lucha por cumplir el propósito impuesto debe ser realmente titánica; no obstante ello, el maestro Hugo Zárate tiene la cualidad de salir siempre exitoso en sus aventuras artísticas. Siempre lucidas y con extremo rigor profesional.

Con anterioridad (diciembre de 2013) vimos una suite de “La Fille mal Gardée” del mismo Hugo Zárate en Chillán con bastante buen resultado e interpretado en aquella ocasión por el alumnado de su propia escuela chillanense. Hoy la puesta en escena contempla la interpretación del Ballet Municipal de Los Ángeles en una versión total de la obra con ciertas adaptaciones y ambientada igualmente en el campesinado chileno. El elenco del Ballet Municipal de Los Ángeles se muestra disciplinado y de buen nivel artístico-técnico. Las tres funciones realizadas en el Teatro Municipal de la ciudad, corresponden a un total de seis conforme al proyecto adjudicado del Gobierno Regional del Bío Bío), para llevar el ballet a diversos espacios y comunas de la Región. Durante el mes de enero de 2018, los parroquianos de Santa Bárbara, Quilaco y Nacimiento, podrán disfrutar de esta divertida comedia bailada donde la severa Doña Simona, termina cediendo a los caprichos de su hija Lise.

“La Fille Mal Gardée”, es quizá el ballet más antiguo que continua representándose en la actualidad en los grandes teatros del mundo con extraordinario éxito. Corresponde al género de la comedia danzada, o también llamado ballet demi-carácter, cuyos personajes deben transitar tanto por la danza como por el recurso de la pantomima y la actuación con gran propiedad. Jean Dauverbal, coreógrafo francés se habría inspirado en un grabado de Pierre-Antoine Baudouin. Se estrenó “La Fille mal Gardée” en Bordeaux, Francia en 1789 en plena Revolución Francesa.

La versión más popular conocida en la actualidad es aquella creada por Sir Frederick Ashton en 1959 y estrena en Londres en 1960. Los protagonistas, un par de jovenzuelos cuyo argumento gira en torno al encuentro de un muchacho y una chica a cuya felicidad, la madre antepone sus propios intereses. El triunfo de la pareja es decisivo dejando entrever un toque revolucionario para la sociedad de la época y sus costumbres.

Atractiva es la revisión y adaptación coreográfica del maestro Hugo Zárate para este título con el elenco angelino. Interesante es la concepción y estética la cual pasa por ambientarla conforme a la tradición del campesinado chileno. Por lo mismo, esta puesta en
escena es muy cercana a todo espectador. Los roles están bien delineados y asumidos en propiedad por sus respectivos intérpretes.

Gladys Henríquez acierta en su desempeño como actriz-bailarina. Se entrega a la actuación logrando una Lisa fresca, divertida y chispeante. El tono comedia lo incorpora bastante bien y con propiedad a la paleta interpretativa. Martin Villar, es un buen soporte para Gladys Henríquez, no obstante requiere de mayor compromiso técnico-actoral especialmente para el ballet comedia, donde los detalles son valiosísimos para la comprensión de la historia. Ariel Cuevas (Gaspar), un rol compuesto correctamente permitiendo el dialogo escénico con fluidez conforme al argumento.

Hugo Zárate (Doña Simona), logra dar el tono correcto para el personaje jugando con matices y dinámicas que enriquecen la escena Nos ofrece una Simona gruñona, bastante campechana y divertida a momentos. Lucida es su “Danza de los Zuecos” junto a Catalina Erices, Sonia Mardones, Javiera Olate y Fetnah Zegpi. Cabe señalar, que el logrado trabajo escenográfico propuesto por Néstor Sepúlveda y Rodrigo Zurita sumado a la cantidad de elementos de utilería que requiere este Ballet Comedia es del todo aplaudible. No decimos lo mismo en cuanto al vestuario, si bien cumple con el estilo conforme al carácter de la obra, sentimos que el tono azul predominante, resta calidez a la trama. Junto a los protagónicos, el resto de los personajes que componen esta divertida historia, están bien ejecutados por el elenco cumpliendo el perfil requerido. Sin duda una labor y montaje de esta envergadura en provincia, es toda una hazaña y por supuesto el gran mérito es destacable en el maestro Hugo Zárate
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Paola Aste, un baluarte a recuperar.

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"VOLVER"
Fotografía: Gonzalo Muñoz

Critica de Danza
Por Charles Benner
(Desde Concepción)
24 /10 / 2017

La escasa oferta artística en cartelera referida al arte coreográfico penquista, se vio recompensada los días 13 y 14 de octubre en la sala del Teatro Concepción tras la puesta en escena de “Volver” de Paola Aste e interpretada por el Colectivo Calaukalis. La premiada artista local quien desde hace unos años desarrolla su actividad en diferentes centros artísticos de Santiago, ha concedido un paréntesis volviendo a su natal Concepción para retomar, reconstruir y reposicionar la creación de contenido en la escena local. Si bien, la ciudad de Concepción cuenta con un amplio movimiento danzante en diversos estilos además de entusiastas cultores del folklore, baile árabe y rutinas del ballroom entre otras expresiones recreativas; la danza de culto, aquella que requiere elaboración escritural basada en un lenguaje codificado de alta escuela y sólido respaldo técnico sumado a cuerpos preparados para su ejecución, aún es una realidad distante en la urbe del Gran Concepción. Por ello, cuando surge una propuesta interesante de inmediato concita la atención de la crítica especializada.

A finales de 2012 Paola Aste nos brindó “Ay de mi Violeta”, pieza coreográfica de gran valía cuyo éxito le ha significado vigencia hasta el día de hoy. En aquella oportunidad, el montaje para el Colectivo Calaukalis contó el respaldo financiero del Gobierno Regional del Bío Bío. En esta ocasión una nueva propuesta la posiciona una vez más como el gran referente creativo de la danza moderna y contemporánea penquista. Esta vez “Volver” es el título de la obra y corresponde a un Proyecto Fondart de Creación Regional 2017 en la interpretación del Colectivo Calaukalis. Por otra parte, la pieza coreográfica lleva la firma de su hermano Cuti Aste en la composición musical.

Paola Aste, retorna a la escena local proponiendo un lenguaje más cercano a la danza contemporánea que aquella basada en los tratados de la danza moderna o los principios de la Técnica Limón los cuales le observáramos en creaciones pasadas. “Volver”, volver del dolor, de la angustia, de la alegría… en fin, un volver desde la memoria emotiva profunda y otras algo superfluas en una variada paleta tonal nos ofrece la coreógrafa en esta danza. Pieza sin línea argumental o narrativa explícita nos pasea estrictamente por el corpóreo. El intérprete, un cuerpo humano en movimiento cuya memoria registra acontecimientos de la vida en diversas e intrincadas facetas, entrega una danza cargada de dinámicas e intensidades diversas constituyendo un reservorio de imágenes almacenadas en distintas tonalidades que surgen gradualmente a medida que se activa la memoria y el cuerpo recuerda. Advertimos un dedicado trabajo exploratorio del movimiento especialmente en lo que refiere a la extremidad superior. Desde lo conceptual, Paola Aste concreta ideas dando fluidez escritural a la pieza danzada. Un pasado reflexivo llevado a un presente racional. Una radiografía corporal develando las profundidades del alma, aquellas que a veces la razón intenta olvidar.

Música sugerente, interesante experimento carente de armonía estructurada plantea el compositor para respaldar la idea escritural de la coreógrafo. Cuti Aste recurre a lo que podríamos llamar “estímulos sonoros” para el desarrollo compositivo de esta pieza bailada. Nada definido en cuanto a forma musical o estilo reconocible; pero sí, un soporte concreto para la arquitectura de la obra. Agudizando el oído, podemos identificar un leve guiño referido al son impresionista.

Definitivamente estamos frente a una composición exploratoria, de laboratorio musical cercano al género de la música incidental y concepción contemporánea que justifica su estructura sonora solo en la acción escénica. Al no existir melodía definida (excepto un pequeño pasaje), pulso latente y ritmo concreto, la creación de Cuti Aste debe ser “oída” con los ojos muy atentos.

El diseño escénico y concepto visual obedece a la imaginativa plástica propuesta por Ricardo Sepúlveda. El uso de transparencias como apoyo escenográfico permite mostrar la historia de los cuerpos y su ascendente psicológico en plenitud. Imágenes de genuino impacto dramático y otras de contenido más liviano, transitan amigablemente en la escena.

Los bailarines Eduardo Aguilera, Andrea Briano, Macarena Nahuelcura y Juanita Paz Saavedra; respaldan en propiedad la demanda solicitada por la coreógrafa en los aspectos técnicos de la danza y sus trayectorias, y mayor solidez en el área de la interpretación. El diseño de luces realizado por Mauricio Campos es rico en intensidad y temperatura creando atmosferas muy acertadas para esta composición danzada.

En cuanto al vestuario, advertimos una elaboración cuidada acorde al concepto y diseño integral. Ello se agradece, ya que en ciertas ocasiones hemos asistido a muestras coreográficas donde el vestuario no constituye un aporte a la creación transformándose finalmente en un estorbo visual. Evidentemente, en esta ocasión estamos frente a un grupo de trabajo con tareas asignadas y cumplidas a cabalidad. Sin temor a equivocarnos, podemos aseverar que los recursos entregados por Fondart para esta producción y creación, están plenamente justificados.

Conclusión
Paola Aste, referente obligado de la danza moderna-contemporánea y baluarte regional, debiese contar con un verdadero respaldo institucional en vías de recuperar aquel valioso emprendimiento que un día realizara en la ciudad de Concepción cuyo aporte dejó huellas tan profundas, que hasta hoy nadie ha vuelto a transitarlas con solidez y propuesta de altura. Una carrera universitaria referida a la danza en la Región del Bío Bío no sería una idea descabellada. Tal vez un bien necesario y un retorno

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Pedro y el lobo.

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Fotografía: Catalina Garcés

Crítica de Ballet
Por Charles Benner
(Desde Chillán)
15 / 08 / 2017

Una fructífera y prometedora alianza entre Hugo Zárate y su Estudio de Danza más la Orquesta Sinfónica Juvenil Claudio Arrau dirigida por Carmen Mella Mora, dieron vida a la pieza musical “Pedro y el lobo” del compositor Sergéi Prokofiev el pasado sábado 12 en el Teatro Municipal de dicha ciudad. El montaje de este cuento musical en formato ballet, fue posible gracias a los fondos otorgados por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Fondart Nacional Convocatoria 2017, proyecto bajo el título “DanzArte”.
Con la presencia de la primera autoridad de la ciudad, el alcalde Sergio Zarzar Andonie, sumado a Juan Pablo Garrido, director de la Escuela de Cultura Artística de Chillán, como también artistas de diversas disciplinas y bailarines tanto regionales como capitalinos, más público general e infantil, repletaron las aposentadurías del teatro premiando con efusivos aplausos la cuarta y última representación del “Pedro y el lobo”
De las páginas musicales del compositor y pianista ruso Sergéi Prokófiev (1891-1953), es “Pedro y el lobo” una de las piezas universalmente más conocidas del autor reuniendo en ellas, una gran riqueza melódica. Una obra programática concebida para un narrador instrumentos solistas y orquesta.

Niño prodigio, a los nueve años estrenaba su ópera “El Gigante”, una primera composición para ser ejecutada por miembros de su familia. Una vez matriculado en el Conservatorio de San Petersburgo, recibió lecciones de maestros como Anatol Liádov (1855 – 1914), Nicolái Rimski Kórsakov (1844 – 1908) y Aleksandr Glazunov (1865 – 1936). Tempranamente manifestó un gusto musical de avanzada para su época lo que le valió el apodo de enfant terrible de la música rusa de la primera década del Siglo XX. Tras los acontecimientos de octubre de 1917, Prokófiev busca en occidente su residencia para componer y desarrollar a la vez su actividad pianística. En 1933 decide volver a su patria, donde desarrolla una nueva etapa en lo musical derivando a un estilo más clásico con un componente melódico mayor. De este período vendrían “Pedro y el lobo”, los ballets “Romeo y Julieta”, “La Cenicienta”, las tres “Sonatas de guerra” para piano, la “Sinfonía N° 5” y la monumental ópera “Guerra y paz” entre muchas otras composiciones.

A finales de 1935, Natalya Sats (1903 – 1993), directora del Teatro Infantil de Moscú, en su interés por despertar en los infantes el gusto por la música, encarga a Sergéi Prokófiev, la composición de una sinfonía para niños. Prokófiev, intrigado, pero motivado a la vez, se entrega de lleno al desafío concluyendo la partitura de “Pedro y el lobo” en tan sólo cuatro días. El estreno fue el 2 de mayo de 1936. En aquella ocasión la acogida no fue del todo feliz. El propio compositor expresaría más tarde: “la asistencia fue pobre y no consiguió atraer mucha atención”
El Ballet

Desde 2008 en adelante el artista transandino afincado en la ciudad de Chillán, y tras una dilatada carrera profesional, se ha constituido en un referente mayor de la danza clásica en el sur de Chile. Su calidad artística, profesional y formativa ha quedado demostrada en el transcurso de estos años al frente de su propio estudio, como también a cargo del Ballet Municipal de Los Ángeles. Su propuesta “Pedro y el lobo”, contempla un aporte visionario, pues va dirigido a un público objetivo, los niños, y con ello despertar el interés y gusto por el estudio de la danza. Por otra parte, la alianza entre el Estudio de Danza que él dirige y la participación de la Orquesta Sinfónica Juvenil Claudio Arrau, son una muestra irrefutable de que las ideas se ejecutan cuando existe disposición y voluntad. Dos instituciones jóvenes referentes de la ciudad marcando un hito en la escena regional.

El elenco de “Pedro y el lobo”, compuesto por elemento local y formado en su propio estudio hablan de un potencial valiosísimo y que junto a los músicos de la Sinfónica Juvenil conforman una plataforma real, aspecto a tomar en consideración por las autoridades competentes en la planificación de temporadas estables de ambos conjuntos en el nuevo teatro de la ciudad chillanense.
En cuanto a la coreografía (Hugo Zárate), podemos observar un lenguaje simple y bastante comprensible al público objetivo. Buen diseño de piso potenciando los recursos existentes y sumado a la solución dramática ejecutada por un narrador. Aspecto que hace muy cercano el ballet para los infantes, como también para los grandes con alma de niños.

Destacamos en esta propuesta la participación de Gabriel Valencia (Pedro), Constanza Vergara (Pajarito) y Monserrat Videla (Gato). De igual forma, es interesante mencionar y destacar la escenografía diseñada por La Maceta y el vestuario firmado por Paula Díaz, pues muchas veces asistimos a ejecuciones de proyectos Fondart, donde la escenografía se resuelve con el mínimo recurso posible y el vestuario cubierto por cualquier trapo de tienda de ropa americana. Este no es el caso, podemos observar que hubo destinación de recursos, elaboración y cuidado en la puesta en escena.

La Orquesta
Carmen Mella Mora, acierta con un buen pulso para el acompañamiento de la danza en esta oportunidad sacando máximo partido de sus músicos en formación, aspecto no fácil para una partita de Sergei Prokófiev. La conductora orquestal ofreció una ejecución elegante, lectura clara para los sones de Prokófiev obteniendo un sonido redondo y a la vez logra el sentido de cuerpo orquestal. Sin duda, una labor in crescendo que irá fortaleciéndose en el tiempo acorde a la madurez técnica y expresivo musical de sus intérpretes. En suma, un excelente trabajo orquestal en modo acompañante.

El Narrador
Sin duda un porcentaje importantísimo para el éxito de esta obra la constituye el narrador. Pedro Villagra, realiza una muy buena exposición del cuento “Pedro y el lobo” donde la articulación y modulación vocal es clara, nítida y fluida. Posee un buen ritmo y un registro que permite adentrarse en el cuento. Exhibe un buen fiato en relación a la orquesta y buena ejecución corporal.

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EL MESÍAS

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EL MESÍAS
Fotografía: Patricio Melo

Crítica de Ballet
Por Charles Benner
(Desde Santiago)
12 / 04 / 2017

Emotiva y conmovedora puesta en escena invitando a la introspección, nos ofreció el primer título de la Temporada 2017 el Ballet de Santiago en el Municipal, Ópera Nacional de Chile. Mauricio Wainrot, responsable de la coreografía “El Mesías” para la partita de Georg Friedrich Händel, logra tal conexión espiritual a través de los sones del oratorio, que la traducción al movimiento realizada por el artista transandino permite al espectador, ofrecerle una visión cercana a lo angélico. “El Mesías”, una apuesta acertada en estos días de Semana Santa, especialmente cuando en el presente soplan vientos de guerra. El conjunto de baile dirigido por Marcia Haydée, junto al Coro y Orquesta Filarmónica en una suma de expresión artística, exhiben un alto grado profesional, entrega y compenetración para esta pieza sacra del barroco tardío.

De la composición:
La música, un lenguaje poderoso y cautivante cuya idiomática universal van más allá de toda ideología, credo o raza, constituye una herramienta unificadora que remece los corazones elevando el espíritu. El Mesías de Händel, derriba todo tipo de barreras, independiente de ser o no creyente. Podría entenderse como el Creador mismo, hablando a la humanidad a través de los sonidos. En un asombroso interludio, el músico alemán tras un par de semanas concluyó la composición del oratorio El Mesías. Al final de aquellas agotadoras jornadas donde escribió prácticamente día y noche, el músico expresaría: “He creído ver el Paraíso frente a mí y al Gran Dios en su trono con su compañía de Ángeles”
El oratorio en su estructura musical, es una obra compuesta por arias, coros y recitativos escrito para cantantes solistas, coro y orquesta. Drama musical cuyo fondo religioso no requiere en sí una representación escénica, por lo mismo el solista vocal, suele llevar el rol narrativo. Dividido en tres partes, el oratorio El Mesías contempla los temas de El Adviento; Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo y la Victoria de Cristo ante la muerte.

Su estreno en Irlanda realizado en el New Music Hall de Dublín el 13 de abril de 1742 no estuvo exento de polémicas, tras haberse interpretado en una sala teatral y no en un Templo como acostumbraba el género en cuestión.. Händel, basó su composición musical en un libreto de Charles Jennens quien recopiló textos del Antiguo Testamento y del Apocalipsis. Inicia el oratorio una obertura de estilo francés con una parte lenta de ritmo apuntillado y una más rápida con estilo contrapuntístico. Son 53 temas los que componen la creación del alemán de Halle, uno de los máximos exponentes del barroco. La obra fluye entre contrastes marcados por el forte y piano; el recitativo, la homofonía y la fuga. El éxito de la obra sería corroborado durante su estreno en el Covent Garden, cuando el rey Jorge II, se puso de pie ante los primeros sones del Hallelujah Chorus.
Fue durante una representación del oratorio El Mesías, cuando el compositor cayó desmayado. Tras este suceso el músico no volvería a recuperarse falleciendo tiempo después. Sus restos descansan en la Abadía de Westminster junto a otros grandes de las artes, letras o la ciencia como Newton, Dickens, Purcell, Darwin y Turner entre otros.

De la coreografía:
Mauricio Wainrot, encuentra en las páginas de El Mesías de Händel inspiración de nivel superior. Inspiración sentida de corte límbico más allá de una experimentada construcción y acción racional. Por lo mismo, el contenido de la pieza danzada es tan profundo y verdadero. El artista logra capturar la esencia y trasfondo espiritual que el músico transmitiera en sonidos, más allá de aquello latente en los textos. Es por ello, que esta coreografía aun cuando comprende varios temas, constituye una sola unidad de principio a fin que fluye in perpetuo crescendo hasta llegar al majestuoso Hallelujah final. La utilización de un lenguaje moderno y contemporáneo basado en un soporte académico riguroso, permite al coreógrafo regalarnos una extraordinaria sucesión de hermosas imágenes situándonos como espectadores privilegiados en las regiones celestes. El artista exhibe en su composición danzada, una concepción clara de elegante pureza lineal y profundo sentido espiritual. Mauricio Wainrot brinda a través de El Mesías, un refrigerio al alma y un verdadero bálsamo para el espíritu.

De los bailarines intérpretes:
Al no existir una narración o línea argumental definida, la compañía pasa a ser un todo indivisible participando en solos, dúos, tríos, cuartetos, quintetos, sextetos e intervenciones grupales. El discurso abstracto de Mauricio Wainrot en esta pieza, da pie para utilizar libremente a sus bailarines, no obstante debemos destacar la feliz pasada de Rodrigo Guzmán, José Manuel Ghiso, Andreza Randisek y Natalia Berrios, y sumados a ellos, la talentosa Romina Contreras (que debuta como primera bailarina bajo nombramiento), Gustavo Echevarría y Simón Hidalgo.

Queda claro que no hay roles protagónicos ni estrellas individualizadas conforme a personajes. Por lo mismo observamos un conjunto homogéneo de gran calidad, precisión y entrega ante el desafío. Sin embargo, al ser esta una compañía clásica, exhibe cierta rigidez en lo referente al torso y trabajo de brazos en libertad mayor. Aspectos como el flujo, la energía y trayectorias propias de la danza moderna y/o contemporánea, se aprecian con cierta dureza y ausencia de proyección en lo estrictamente referido a movimiento. Aun así, la permeabilidad de sus artistas y la ductilidad que ofrece el bailarín clásico, les permite una actuación felizmente aprobada siendo la compañía toda, la estrella de la velada.

De los solistas vocales, coro y orquesta:
Indiscutiblemente el trabajo realizado por Pedro-Pablo Prudencio (Director de Orquesta), merece el mayor elogio y aplauso. Supo conducir la orquesta y sus profesores recreando la atmósfera precisa para una pieza barroca, la misma, que no requiere de la gran orquesta ni masa coral mayor. Por otra parte, unificar tempos para cantantes, coro y especialmente para bailarines, habla de un conductor con una gran intuición escénico-musical, más allá de los requerimientos técnicos y estilísticos propios de la música barroca.

Por otra parte, los cuatro solistas vocales Camila Guggiana (soprano), Ana Navarro (contralto), Luis Rivas (tenor) y Ramiro Maturana (barítono) en una correcta línea estilística referida al barroco. Los cantantes entregan una emisión clara, limpia y exenta de toda grandiosidad vocal (pues aquí es necesario “achicar” la voz), tal lo requiere el canto barroco. El Coro, siempre muy bien preparado, emite sonido limpio, nítido y ajustado a metrónomo. Sin duda un mérito indiscutible del maestro Jorge Klastornick.

De la escenografía, vestuario e iluminación:
Carlos Gallardo, acierta en su concepción escenográfica como también en el vestuario. Apuesta de corte minimalista en tono blanco restando toda distracción para encontrarse con la majestuosidad de la música y la armonía danzante. Propone un espacio místico de tinte celestial. Por su parte, la iluminación de Elizabeth Sirlín, termina por coronar esta magnánima puesta en escena creando atmósferas de finas tonalidades que transitan entre el blanco inmaculado al celeste pálido.

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