DO 13 AO 29 DE ABRIL 2012 PAZO DA CULTURA CARBALLO
Esta semana comeza o programa Primavera enDanza, un pequeno festival de danza que organiza e que se desenvolve durante o mes de abril. Este ano celebramos xa a décima edición de Primavera enDanza, unha cita cultural salientable non só dentro da programación do Concello de Carballo senón tamén no contexto da exhibición das artes escénicas galegas, polo pouco frecuente deste tipo de propostas de carácter estable entorno á danza, unha manifestación artística cun alto potencial creativo, de innovacióne experimentación.
O programa forma parte da programación que o Concello de Carballo realiza en colaboración coa Rede Gaelga de Teatros e Auditorios da AGADIC.
A celebración desde programa na primavera coincide coa celebración do Día Mundial da Danza (29 de abril).
Primavera enDanza inclúe 6 espectáculos de danza detres compañías galegas e tres de fora de Galicia, en concreto do País Vasco, Aragón e Andalucía serán as comunidades autónomas representadas . As compañías presentes en Primavera enDanza están dirixidas por recoñecidoscoreógrafostanto a nivel galego como español , nalgúns casos son valores emerxentes en outros de proxección internacional.Todos os espectáculos están dirixidos a todos os públicos, aínda que dous deles está dirixidos específicamente apúblico infantil e familiar pero tamén recomendable tamén adultos.
A oferta de espectáculos compleméntase con outras actividades de aproximación á danza coas que pretendemos achegar aos espectadores aos creadores.
Publicado por MOV-S el 12 de Abril de 2012 a las 1:08am
Muelle 3 ha compartido con MOV-S un documento que recoge las conclusiones que surgieron durante la celebración del Laboratorio Visiones Compartidas, un encuentro de tres sesiones que tuvo lugar en Bilbao el pasado mes de enero y que reunió a artistas y consultores del ámbito cultural de Euskadi.
Proponen dos líneas de trabajo interesantes: la Clínica de Proyectos y Crear a partir de lo que hay. Proyecto de Proyectos.
Muelle 3 es un espacio de Bilbao gestionado por artistas que trabaja para entretejer contextos y experiencias para la innovación artística y social desde la danza y otras disciplinas. Quiere posibilitar encuentros, flujos y reflexiones para el cultivo de la creación, investigación y formación en artes escénicas.
El Laboratorio Visiones Compartidas tiene por finalidad establecer un punto de encuentro, uniendo miradas híbridas, de profesionales de la creación y consultores del ámbito cultural, para compartir conocimientos y reflexiones sobre temas diversos de gran interés como la profesionalización del sector, el emprendizaje, la ideación de nuevos proyectos y escenarios en un marco de precariedad, etc.
Dicho laboratorio se realiza junto el grupo consultor AIC, gestión de capital intelectual.
"First Position" es un documental de 90 minutos que sigue a seis jóvenes bailarines ( con edades comprendidas entre los 10 y los 19 años ) de América, Asia y Europa, mientras se preparan para el YOUTH AMERICA PRIX (YAGP). Este concurso internacional de ballet podría transformar du futuro de la noche a la mañana. La película está dirigida por BESS KARGMAN.
Más de un millón de niños estudian ballet en el mundo, pero 99,9% de ellos no entratrá nunca a una compañía profesional. Así arranca la sinópsis de " First Position ", un documental sobre lo dura que es una preparación para una competencia de ballet.
O mércores 25 terá lugar o acto colectivo de conmemoración do Día Internacional da Danza 2012 coa participación de 11 centros de ensinanza de danza de toda Galiza:
Asociación Cultura Mundo Danza de Ferrol
Ballet Studio de Santiago de Compostela
Conservatorio Profesional de Danza da Deputación da Coruña
Conservatorio Profesional de Danza de Lugo Companía de Danza da USC-Lugo
Escola de Danza Contemporánea de Narón
Escola de Danza Deborah de Vigo
Escola de Danza Druida de A Coruña
Escola Municipal de Danza de Oleiros
Escola Municipal de Danza de Ponteceso
Danza Susana Castro de Vigo.
Será ás 19:00 horas no Auditorio Gustavo Freire con entrada de balde. En total participarán no espectáculo máis de 100 bailaríns e bailarinas de toda Galiza.
Teatres de la Generalitat trae a Valencia, a partir del 13 de abril, las mejores propuestas coreográficas del panorama nacional e internacional actual, en la Temporada Internacional Dansa valència 2012. Un programa para todos los públicos en el que los aficionados a la danza podrán disfrutar de las mejores y más grandes compañías nacionales e internacionales así como con proyectos más pequeños de coreógrafos emergentes y compañías de reconocida trayectoria.
• La Compañía Nacional de Danza, Victor Ullate Ballet Comunidad de Madrid, la Compañía Antonio Gades y el Ballet de Teatres de la GeneralitatSpellbound Dance Co. dirigida por Mauro Altolfi, son algunos de los nombres propios de esta edición.
El Día Internacional de la Danzafue instaurado en 1982 por iniciativa del Comité de Danza Internacional del Instituto Internacional del Teatro ( ITI/UNESCO). La fecha elegida para celebrar este día es el 29 de abril, fecha del nacimiento de Jean-Georges Noverre(1727-1810), creador del Ballet Moderno. Cada año se difunde un Mensaje Internacional redactado por una personalidad de la danza mundialmente conocida. El objetivo de esta celebración es reunir al mundo de la danza, riendiéndola homenaje y celebrar su universalidad, atravesando todas las barreras políticas, culturales y étnicas.
La razón principal de éstas jornadas en celebración del Día Internacional de la Danza es la de atraer la atención del gran público hacia el arte de la danza y en particular la de interesar a un público nuevo que generalmente no asiste a espectáculos de danza.
EVENTOS
Los eventos del Dia Internacional de la Danza pueden ser espectáculos especialmente dedicados a celebrar este día : clases abiertas, ensayos al aire libre, conferencias, exposiciones, publicaciones en diarios y revistas, bailes populares, programas en radio y TV, espectáculos callejeros etc.
ORGANIZACION
Los eventos pueden ser organizados por companías de danza, grupos independientes o amateurs, escuelas, asociaciones y otras organizaciones relacionadas con la danza y en la medida de lo posible organizados conjuntamente con organismos tales como reparticiones oficiales, escuelas públicas, municipalidades, empresas comeciales etc.
CONTENIDO
Los organizadores tienen completa libertad para definir el contenido del evento, asegurandose que se incluya información sobre el arte de la danza, su historia, su importancia en la sociedad, su caracter universal. Esto puede lograrse por medio de charlas, notas en el programa, un texto particular distribuido entre el público asistente. Agregando esta información se logrará una diferenciación con los espectáculos habituales. La lectura de un mensaje enviado por una personalidad destacada, un poema o el extracto de un texto escrito por un escritor célebre.
Con el fin de lograr un mayor éxito, es importante que los preparativos de estos eventos comiencen con suficiente anticipación.
Informar a la prensa y a los medios de comunicación.
Contactar a alguna organización especializada a nivel nacional o regional para la difusión de los actos programados. La entrada a éstos actos debería ser, preferentemente, libre o por invitacion. Invitar en especial a personas que habitualmente no concurren a espectáculos de danza.
ESPACIOS
Preferiblemente, los eventos deberían realizarse en espacios no convencionales como calles, parques, plazas, comercios, fabricas, barrios, escuelas, estádios, etc. Estos actos realizados en un medio no habitual acentuarán el hecho de que están destinados a la familia universal del bailarin.
El 29 de abril, se celebra en todo el mundo el Día Mundial de la Danza, ,fue instaurado en 1982 por iniciativa del Comité de Danza Internacional del Instituto Internacional del Teatro(ITI/UNESCO). La fecha elegida para celebrar este día es el del nacimiento de Jean-Georges Noverre(1727-1810), creador del Ballet Moderno. Cada año se difunde un Mensaje Internacional redactado por una personalidad de la danza mundialmente conocida. Este año, ha sido invitado a escribir su mensaje Sidi Larbi Cherkaoui (Amberes, Bélgica, 1976), coreógrafo y director de la compañía Eastman.
MENSAJE DEL DIA INTERNACIONAL DE LA DANZA
"Celebremos la interminable coreografía de la vida "
A lo largo del tiempo, a través de los años, lo que permanece es, ante todo, el arte. Aquello que el ser humano deja a sus herederos parece ser, al fin y al cabo, arte, bien sea en forma de edificios, libros, pintura o música. O movimiento o danza. En este sentido, pienso en la danza como en la lección de historia más actual y más actualizada que existe, ya que está en constante relación con su pasado más reciente y sólo puede ocurrir en el presente.
De alguna manera, la danza no reconoce fronteras del mismo modo en que lo hacen otras artes, incluso cuando ciertos estilos tratan de limitarse a sí mismos o de trabajar dentro de un marco. El movimiento de la vida, su coreografía y su necesidad de cambio constante entran en acción rápidamente permitiendo que ciertos estilos se mezclen entre sí. Todos engranan de forma natural y la danza se establece sólo en el espacio al que pertenece: el del presente siempre cambiante.
Creo que la danza es una de las formas de expresión más honestas que existen y por eso debemos apreciarla y conservarla porque, excepciones aparte, cuando la gente baila, tanto si es en una representación de ballet como en una batalla de hip hop, en un espectáculo contemporáneo underground o en la discoteca, rara vez hay falsedad o máscara en ello. Las personas se reflejan las unas a las otras constantemente, pero, al bailar, lo que más reflejan es quizás, ese momento de honestidad.
Al movernos como otras personas, al movernos con otras personas y al verles moverse, es como mejor podemos sentir sus emociones, pensar sus pensamientos y conectarnos con su energía. Es, quizás entonces, cuando mejor y más claramente podemos conocerles y entenderles.
Me gusta pensar en el espectáculo de danza como en una celebración de la co-existencia, como una forma de dar y crear espacio y tiempo para los demás y para nosotros mismos. Tendemos a olvidarlo, pero la belleza subyacente del espectáculo en vivo reside, principalmente, en la convergencia de una masa de personas, sentadas una al lado de la otra, compartiendo el mismo momento. No hay nada de privado en ello, un espectáculo es una experiencia extremadamente social. Todos nosotros reunidos por este ritual, que es nuestro vínculo con el espectáculo, nuestro vínculo con el mismísimo presente.
Y así, en este 2012, deseo a todo el mundo, mucha danza. No se trata de olvidar los problemas del año 2011, sino muy al contrario, de enfrentarnos a ellos de forma creativa, de bailar en torno a ellos para encontrar la manera de engranar con los demás, con el mundo y con la vida convirtiéndonos en parte de su interminable coreografía. Dancemos para encontrar la honestidad y transmitirla, para reflejarla y celebrarla.
Sidi Larbi Cherkaoui
Traducción: Juana Lor
SidiLarbiCherkaoui bailarín y coreógrafo de la danza contemporánea más actual vanguardista y arriesgada. De origen marroquí, nacido en Amberes, Bélgica, en 1976. Su particularidad es el inicio de su carrera a los 16 años, a diferencia de otros bailarines que parten su formación en la niñez y tienen largos años de trabajo físico y mental para llegar a escena. Sus primeras apariciones públicas fueron en la televisión Belga como bailarín y cantante, luego estudia danza contemporánea.
Su especial gusto por los movimientos de alta flexibilidad, similares al contorsionismo, lo ha llevado a trabajar en compañía de hip hop y jazz moderno, centrando su mirada en los conceptos de la multiculturalidad y la diferencia.
Actualmente su trabajo es muy conocido internacionalmente por haber incorporado a la danza elementos de otras disciplinas de las artes de la representación, como los movimientos de su obra Sutra creado en coautoría con el escultor Antony Gormley. Para realizar esta obra se traslado hasta la China para aprender de los monjes de monasterio Shaolin, algunos de sus movimientos y dominio del cuerpo.
Publicado por Charles Benner el 30 de Noviembre de 1999 a las 5:00am
La Bayadera, en versión coreográfica del bailarín estrella Luis Ortigoza, dio inicio este miércoles 18 recién pasado a la Temporada Artística 2012 del Ballet de Santiago, conjunto que dirige la experimentada Marcia Haydée. En esta oportunidad la visita de la kazaja Anna Osadcenko, primera figura del Ballet de Stuttgart, junto a la concepción artística del diseñador y escenógrafo Pablo Núñez, más la participación del juvenil bailarín Emmanuel Vázquez; sin duda imprimieron a la velada un marco de excelencia y belleza sin par.
Publicado por Charles Benner el 30 de Noviembre de 1999 a las 5:00am
La Bayadera- Reino de las Sombras
Fotografía: Patricio Melo
La Bayadera, en versión coreográfica del bailarín estrella Luis Ortigoza, dio inicio este miércoles 18 recién pasado a la Temporada Artística 2012 del Ballet de Santiago, conjunto que dirige la experimentada Marcia Haydée. En esta oportunidad la visita de la kazaja Anna Osadcenko, primera figura del Ballet de Stuttgart, junto a la concepción artística del diseñador y escenógrafo Pablo Núñez, más la participación del juvenil bailarín Emmanuel Vázquez; sin duda imprimieron a la velada un marco de excelencia y belleza sin par.
Está claro que la presente partitura musical es una de las más inspiradas que nos legara Ludwig Minkus, el maestro vienés radicado en la Rusia zarista del siglo XIX. Junto a Marius Petipa establece una alianza artística que dará como fruto algunas exitosas producciones que el coreógrafo marsellés propusiera para el Ballet Imperial, siendo quizás “La Bayadera”, la de mayor riqueza y elaboración en términos armónico-musicales que lograra Ludwig Minkus para ballet, generando así, una atmósfera de enorme riqueza e interesantes matices para la dramaturgia bailada concebida por el gran Petipa. De igual forma, en los aspectos coreográficos apreciamos en “La Bayadera” de Marius Petipa, el clímax de su talento creativo el cual equilibra en sincronía total el desarrollo dramatúrgico, junto al divertissement, la conclusión de la trama y la apoteosis final.
De la coreografía:
Ahora bien, hincarle el diente a una obra señalada como perfecta en su estructura y género resulta un tanto arriesgada; pues mucho del original se ha perdido con las repetidas alteraciones y cortes en la partitura legada a estos tiempos, como también, por la ausencia de apuntes de primera fuente. No obstante, Luis Ortigoza incursiona el año 2007 en este título debutando entonces como coreógrafo, para lo cual propone un trabajo de equipo apoyado con músicos, diseñadores, bailarines y otros a modo de aproximarse con mayor fidelidad al original, o al menos, al espíritu de su creador. Es así como la pianista Albena Dobreva, aporta exitosamente desde su trinchera reordenando una partitura que con el tiempo había ido mutando, lo cual producía más de alguna cefalea a los directores de orquesta al momento de reinterpretar la esencia primera de la composición. Pablo Núñez, hace lo propio investigando en cuanto a texturas, colores y usanzas de la época según documentación escrita y pictórica; logrando un resultado de excelencia mayúscula. Luis Ortigoza, respetuoso de la tradición, estilo y legado original, propone una lectura renovada con mayor participación del contingente masculino, creando para ello la danza de los guerreros y la danza de los sacerdotes. Ambas inserciones aciertan en lo coreográfico y lo narrativo; pues mantiene el estilo de la obra sin ser un añadido molesto a la esencia de la concepción que tuviera el genio coreográfico del clasicismo decimonónico. Agiliza el desarrollo de la historia al resumirla sólo a dos actos y cinco escenas, rescatando además un final prácticamente desechado en las producciones occidentales de las últimas décadas. La propuesta de Luis Ortigoza es acertada, respetuosa y cuidada; aportando sin dañar la génesis de la obra.
De los intérpretes:
Anna Osadcenko nos regala una Nikiya limpia, cuidada y pulcra en los aspectos técnicos de su danzar, pero algo difuso en lo estrictamente interpretativo. A momentos apropiada del rol y en otros abandonada a lo meramente técnico. Poseedora de una hermosa línea y pies pocas veces vistos por estas latitudes; creemos que no entregó en escena todo el potencial que esta artista pudiera dar. Quizás esta, su primera incursión en el rol, no le permitieron desenvolverse con total libertad y fluidez, encontrando su mayor logro en el Solo de la escena tercera (Acto I), cuyo lamento danzado a los sones del cello, dejan entrever a una incipiente actriz atrapada por la exigencia técnica. Luis Ortigoza (Solor), se desenvuelve con naturalidad en un rol que le es propicio, demuestra madurez en lo interpretativo manteniendo un buen ritmo para la resolución de toda transición en el drama danzado más allá de la pirotecnia excelsa. Andreza Randisek compone una Gamzatti sólida de principio a fin en términos técnicos e interpretativos. Su danza exenta de vacilaciones y quiebres se ve enriquecida por pequeños matices bien resueltos en cuanto a dinámica y velocidad unida a la plástica, aspecto que es propio de esta artista. Emmanuel Vázquez, responsable de encarnar al ídolo de oro, logra la excelencia desde todo punto de vista. Técnicamente brillante, sólido, seguro, bello en su línea, resuelto musicalmente vive el rol, luciendo absolutamente como una verdadera deidad. Emmanuel Vázquez cautiva por su sola presencia en escena, cualidad necesaria para brillar en el concierto internacional de la danza, lugar que sin duda creemos le está asignado a este joven baluarte del Ballet de Santiago. Esdras Hernández imprime al rol del Fakir líder un sello bastante particular desde la corporalidad, resultando convincente y veraz la composición de su personaje. Patricio Melo (Gran Brahmin) sólido en su personaje, asume el peso que le cabe en la historia manteniendo la fuerza y carácter. El Gran Rajá personificado por Jaime Pinto, se impone con fuerza y autoridad en escena, al igual que la Aya de Loreto Reategui. Dos artistas cuyos roles en carácter aciertan para el desarrollo y evolución de la historia. Sin duda la madurez y experiencia adquirida por ambos artista
Publicado por Charles Benner el 30 de Noviembre de 1999 a las 5:00am
La Bayadera, en versión coreográfica del bailarín estrella Luis Ortigoza, dio inicio este miércoles 18 recién pasado a la Temporada Artística 2012 del Ballet de Santiago, conjunto que dirige la experimentada Marcia Haydée. En esta oportunidad la visita de la kazaja Anna Osadcenko, primera figura del Ballet de Stuttgart, junto a la concepción artística del diseñador y escenógrafo Pablo Núñez, más la participación del juvenil bailarín Emmanuel Vázquez; sin duda imprimieron a la velada un marco de excelencia y belleza sin par.
Está claro que la presente partitura musical es una de las más inspiradas que nos legara Ludwig Minkus, el maestro vienés radicado en la Rusia zarista del siglo XIX. Junto a Marius Petipa establece una alianza artística que dará como fruto algunas exitosas producciones que el coreógrafo marsellés propusiera para el Ballet Imperial, siendo quizás “La Bayadera”, la de mayor riqueza y elaboración en términos armónico-musicales que lograra Ludwig Minkus para ballet, generando así, una atmósfera de enorme riqueza e interesantes matices para la dramaturgia bailada concebida por el gran Petipa. De igual forma, en los aspectos coreográficos apreciamos en “La Bayadera” de Marius Petipa, el clímax de su talento creativo el cual equilibra en sincronía total el desarrollo dramatúrgico, junto al divertissement, la conclusión de la trama y la apoteosis final.
De la coreografía:
Ahora bien, hincarle el diente a una obra señalada como perfecta en su estructura y género resulta un tanto arriesgada; pues mucho del original se ha perdido con las repetidas alteraciones y cortes en la partitura legada a estos tiempos, como también, por la ausencia de apuntes de primera fuente. No obstante, Luis Ortigoza incursiona el año 2007 en este título debutando entonces como coreógrafo, para lo cual propone un trabajo de equipo apoyado con músicos, diseñadores, bailarines y otros a modo de aproximarse con mayor fidelidad al original, o al menos, al espíritu de su creador. Es así como la pianista Albena Dobreva, aporta exitosamente desde su trinchera reordenando una partitura que con el tiempo había ido mutando, lo cual producía más de alguna cefalea a los directores de orquesta al momento de reinterpretar la esencia primera de la composición. Pablo Núñez, hace lo propio investigando en cuanto a texturas, colores y usanzas de la época según documentación escrita y pictórica; logrando un resultado de excelencia mayúscula. Luis Ortigoza, respetuoso de la tradición, estilo y legado original, propone una lectura renovada con mayor participación del contingente masculino, creando para ello la danza de los guerreros y la danza de los sacerdotes. Ambas inserciones aciertan en lo coreográfico y lo narrativo; pues mantiene el estilo de la obra sin ser un añadido molesto a la esencia de la concepción que tuviera el genio coreográfico del clasicismo decimonónico. Agiliza el desarrollo de la historia al resumirla sólo a dos actos y cinco escenas, rescatando además un final prácticamente desechado en las producciones occidentales de las últimas décadas. La propuesta de Luis Ortigoza es acertada, respetuosa y cuidada; aportando sin dañar la génesis de la obra.
De los intérpretes:
Anna Osadcenko nos regala una Nikiya limpia, cuidada y pulcra en los aspectos técnicos de su danzar, pero algo difuso en lo estrictamen
Publicado por Charles Benner el 30 de Noviembre de 1999 a las 5:00am
La Bayadera, en versión coreográfica del bailarín estrella Luis Ortigoza, dio inicio este miércoles 18 recién pasado a la Temporada Artística 2012 del Ballet de Santiago, conjunto que dirige la experimentada Marcia Haydée. En esta oportunidad la visita de la kazaja Anna Osadcenko, primera figura del Ballet de Stuttgart, junto a la concepción artística del diseñador y escenógrafo Pablo Núñez, más la participación del juvenil bailarín Emmanuel Vázquez; sin duda imprimieron a la velada un marco de excelencia y belleza sin par.
Está claro que la presente partitura musical es una de las más inspiradas que nos legara Ludwig Minkus, el maestro vienés radicado en la Rusia zarista del siglo XIX. Junto a Marius Petipa establece una alianza artística que dará como fruto algunas exitosas producciones que el coreógrafo marsellés propusiera para el Ballet Imperial, siendo quizás “La Bayadera”, la de mayor riqueza y elaboración en términos armónico-musicales que lograra Ludwig Minkus para ballet, generando así, una atmósfera de enorme riqueza e interesantes matices para la dramaturgia bailada concebida por el gran Petipa. De igual forma, en los aspectos coreográficos apreciamos en “La Bayadera” de Marius Petipa, el clímax de su talento creativo el cual equilibra en sincronía total el desarrollo dramatúrgico, junto al divertissement, la conclusión de la trama y la apoteosis final.
De la coreografía:
Ahora bien, hincarle el diente a una obra señalada como perfecta en su estructura y género resulta un tanto arriesgada; pues mucho del original se ha perdido con las repetidas alteraciones y cortes en la partitura legada a estos tiempos, como también, por la ausencia de apuntes de primera fuente. No obstante, Luis Ortigoza incursiona el año 2007 en este título debutando entonces como coreógrafo, para lo cual propone un trabajo de equipo apoyado con músicos, diseñadores, bailarines y otros a modo de aproximarse con mayor fidelidad al original, o al menos, al espíritu de su creador. Es así como la pianista Albena Dobreva, aporta exitosamente desde su trinchera reordenando una partitura que con el tiempo había ido mutando, lo cual producía más de alguna cefalea a los directores de orquesta al momento de reinterpretar la esencia primera de la composición. Pablo Núñez, hace lo propio investigando en cuanto a texturas, colores y usanzas de la época según documentación escrita y pictórica; logrando un resultado de excelencia mayúscula. Luis Ortigoza, respetuoso de la tradición, estilo y legado original, propone una lectura renovada con mayor participación del contingente masculino, creando para ello la danza de los guerreros y la danza de los sacerdotes. Ambas inserciones aciertan en lo coreográfico y lo narrativo; pues mantiene el estilo de la obra sin ser un añadido molesto a la esencia de la concepción que tuviera el genio coreográfico del clasicismo decimonónico. Agiliza el desarrollo de la historia al resumirla sólo a dos actos y cinco escenas, rescatando además un final prácticamente desechado en las producciones occidentales de las últimas décadas. La propuesta de Luis Ortigoza es acertada, respetuosa y cuidada; aportando sin dañar la génesis de la obra.
De los intérpretes:
Anna Osadcenko nos regala una Nikiya limpia, cuidada y pulcra en los aspectos técnicos de su danzar, pero algo difuso en lo estrictamente interpretativo. A momentos apropiada del rol y en otros abandonada a lo meramente técnico. Poseedora de una hermosa línea y pies pocas veces vistos por estas latitudes; creemos que no entregó en escena todo el potencial que esta artista pudiera dar. Quizás esta, su primera incursión en el rol, no le permitieron desenvolverse con total libertad y fluidez, encontrando su mayor logro en el Solo de la escena tercera (Acto I), cuyo lamento danzado a los sones del cello, dejan entrever a una incipiente actriz atrapada por la exigencia técnica. Luis Ortigoza (Solor), se desenvuelve con naturalidad en un rol que le es propicio, demuestra madurez en lo interpretativo manteniendo un buen ritmo para la resolución de toda transición en el drama danzado más allá de la pirotecnia excelsa. Andreza Randisek compone una Gamzatti sólida de principio a fin en términos técnicos e interpretativos. Su danza exenta de vacilaciones y quiebres se ve enriquecida por pequeños matices bien resueltos en cuanto a dinámica y velocidad unida a la plástica, aspecto que es propio de esta artista. Emmanuel Vázquez, responsable de encarnar al ídolo de oro, logra la excelencia desde todo punto de vista. Técnicamente brillante, sólido, seguro, bello en su línea, resuelto musicalmente vive el rol, luciendo absolutamente como una verdadera deidad. Emmanuel Vázquez cautiva por su sola presencia en escena, cualidad necesaria para brillar en el concierto internacional de la danza, lugar que sin duda creemos le está asign
Publicado por Charles Benner el 30 de Noviembre de 1999 a las 5:00am
La Bayadera, en versión coreográfica del bailarín estrella Luis Ortigoza, dio inicio este miércoles 18 recién pasado a la Temporada Artística 2012 del Ballet de Santiago, conjunto que dirige la experimentada Marcia Haydée. En esta oportunidad la visita de la kazaja Anna Osadcenko, primera figura del Ballet de Stuttgart, junto a la concepción artística del diseñador y escenógrafo Pablo Núñez, más la participación del juvenil bailarín Emmanuel Vázquez; sin duda imprimieron a la velada un marco de excelencia y belleza sin par.
Está claro que la presente partitura musical es una de las más inspiradas que nos legara Ludwig Minkus, el maestro vienés radicado en la Rusia zarista del siglo XIX. Junto a Marius Petipa establece una alianza artística que dará como fruto algunas exitosas producciones que el coreógrafo marsellés propusiera para el Ballet Imperial, siendo quizás “La Bayadera”, la de mayor riqueza y elaboración en términos armónico-musicales que lograra Ludwig Minkus para ballet, generando así, una atmósfera de enorme riqueza e interesantes matices para la dramaturgia bailada concebida por el gran Petipa. De igual forma, en los aspectos coreográficos apreciamos en “La Bayadera” de Marius Petipa, el clímax de su talento creativo el cual equilibra en sincronía total el desarrollo dramatúrgico, junto al divertissement, la conclusión de la trama y la apoteosis final.
De la coreografía:
Ahora bien, hincarle el diente a una obra señalada como perfecta en su estructura y género resulta un tanto arriesgada; pues mucho del original se ha perdido con las repetidas alteraciones y cortes en la partitura legada a estos tiempos, como también, por la ausencia de apuntes de primera fuente. No obstante, Luis Ortigoza incursiona el año 2007 en este título debutando entonces como coreógrafo, para lo cual propone un trabajo de equipo apoyado con músicos, diseñadores, bailarines y otros a modo de aproximarse con mayor fidelidad al original, o al menos, al espíritu de su creador. Es así como la pianista Albena Dobreva, aporta exitosamente desde su trinchera reordenando una partitura que con el tiempo había ido mutando, lo cual producía más de alguna cefalea a los directores de orquesta al momento de reinterpretar la esencia primera de la composición. Pablo Núñez, hace lo propio investigando en cuanto a texturas, colores y usanzas de la época según documentación escrita y pictórica; logrando un resultado de excelencia mayúscula. Luis Ortigoza, respetuoso de la tradición, estilo y legado original, propone una lectura renovada con mayor participación del contingente masculino, creando para ello la danza de los guerreros y la danza de los sacerdotes. Ambas inserciones aciertan en lo coreográfico y lo narrativo; pues mantiene el estilo de la obra sin ser un añadido molesto a la esencia de la concepción que tuviera el genio coreográfico del clasicismo decimonónico. Agiliza el desarrollo de la historia al resumirla sólo a dos actos y cinco escenas, rescatando además un final prácticamente desechado en las producciones occidentales de las últimas décadas. La propuesta de Luis Ortigoza es acertada, respetuosa y cuidada; aportando sin dañar la génesis de la obra.
De los intérpretes:
Anna Osadcenko nos regala una Nikiya limpia, cuidada y pulcra en los aspectos técnicos de su danzar, pero algo difuso en lo estrictamente interpretativo. A momentos apropiada del rol y en otros abandonada a lo meramente técnico. Poseedora de una hermosa línea y pies pocas veces vistos por estas latitudes; creemos que no entregó en escena todo el potencial que esta artista pudiera dar. Quizás esta, su primera incursión en el rol, no le permitieron desenvolverse con total libertad y fluidez, encontrando su mayor logro en el Solo de la escena tercera (Acto I), cuyo lamento danzado a los sones del cello, dejan entrever a una incipiente actriz atrapada por la exigencia técnica. Luis Ortigoza (Solor), se desenvuelve con naturalidad en un rol que le es propicio, demuestra madurez en lo interpretativo manteniendo un buen ritmo para la resolución de toda transición en el drama danzado más allá de la pirotecnia excelsa. Andreza Randisek compone una Gamzatti sólida de principio a fin en términos técnicos e interpretativos. Su danza exenta de vacilaciones y quiebres se ve enriquecida por pequeños matices bien resueltos en cuanto a dinámica y velocidad unida a la plástica, aspecto que es propio de esta artista. Emmanuel Vázquez, responsable de encarnar al ídolo de oro, logra la excelencia desde todo punto de vista. Técnicamente brillante, sólido, seguro, bello en su línea, resuelto musicalmente vive el rol, luciendo absolutamente como una verdadera deidad. Emmanuel Vázquez cautiva por su sola presencia en escena, cualidad necesaria para brillar en el concierto internacional de la danza, lugar que sin duda creemos le está asignado a este joven baluarte del Ballet de Santiago. Esdras Hernández imprime al rol del Fakir líder un sello bastante particular desde la corporalidad, resultando convincente y veraz la composición de su personaje. Patricio Melo (Gran Brahmin) sólido en su personaje, asume el peso que le cabe en la historia manteniendo la fuerza y carácter. El Gran Rajá personificado por Jaime Pinto, se impone con fuerza y autoridad en escena, al igual que la Aya de Loreto Reategui. Dos artistas cuyos roles en carácter aciertan para el desarrollo y evolución de la historia. Sin duda la madurez y experiencia adquirida por ambos artistas, les permite abordar cómodamente un rol secundario para darle brillo y credibilidad en escena. Lidia Olmos, Camila Aranda y Dolores Salazar; bailarinas respons
Publicado por Charles Benner el 30 de Noviembre de 1999 a las 5:00am
La Bayadera, en versión coreográfica del bailarín estrella Luis Ortigoza, dio inicio este miércoles 18 recién pasado a la Temporada Artística 2012 del Ballet de Santiago, conjunto que dirige la experimentada Marcia Haydée. En esta oportunidad la visita de la kazaja Anna Osadcenko, primera figura del Ballet de Stuttgart, junto a la concepción artística del
Publicado por Charles Benner el 30 de Noviembre de 1999 a las 5:00am
La Bayadera, en versión coreográfica del bailarín estrella Luis Ortigoza, dio inicio este miércoles 18 recién pasado a la Temporada Artística 2012 del Ballet de Santiago, conjunto que dirige la experimentada Marcia Haydée. En esta oportunidad la visita de la kazaja Anna Osadcenko, primera figura del Ballet de Stuttgart, junto a la concepción artística del diseñador y escenógrafo Pablo Núñez, más la participación del juvenil bailarín Emmanuel Vázquez; sin duda imprimieron a la velada un marco de excelencia y belleza sin par.
Está claro que la presente partitura musical es una de las más inspiradas que nos legara Ludwig Minkus, el maestro vienés radicado en la Rusia zarista del siglo XIX. Junto a Marius Petipa establece una alianza artística que dará como fruto algunas exitosas producciones que el coreógrafo marsellés propusiera para el Ballet Imperial, siendo quizás “La Bayadera”, la de mayor riqueza y elaboración en términos armónico-musicales que lograra Ludwig Minkus para ballet, generando así, una atmósfera de enorme riqueza e interesantes matices para la dramaturgia bailada concebida por el gran Petipa. De igual forma, en los aspectos coreográficos apreciamos en “La Bayadera” de Marius Petipa, el clímax de su talento creativo el cual equilibra en sincronía total el desarrollo dramatúrgico, junto al divertissement, la conclusión de la trama y la apoteosis final.
De la coreografía:
Ahora bien, hincarle el diente a una obra señalada como perfecta en su estructura y género resulta un tanto arriesgada; pues mucho del original se ha perdido con las repetidas alteraciones y cortes en la partitura legada a estos tiempos, como también, por la ausencia de apuntes de primera fuente. No obstante, Luis Ortigoza incursiona el año 2007 en este título debutando entonces como coreógrafo, para lo cual propone un trabajo de equipo apoyado con músicos, diseñadores, bailarines y otros a modo de aproximarse con mayor fidelidad al original, o al menos, al espíritu de su creador. Es así como la pianista Albena Dobreva, aporta exitosamente desde su trinchera reordenando una partitura que con el tiempo había ido mutando, lo cual producía más de alguna cefalea a los directores de orquesta al momento de reinterpretar la esencia primera de la composición. Pablo Núñez, hace lo propio investigando en cuanto a texturas, colores y usanzas de la época según documentación escrita y pictórica; logrando un resultado de excelencia mayúscula. Luis Ortigoza, respetuoso de la tradición, estilo y legado original, propone una lectura renovada con mayor participación del contingente masculino, creando para ello la danza de los guerreros y la danza de los sacerdotes. Ambas inserciones aciertan en lo coreográfico y lo narrativo; pues mantiene el estilo de la obra sin ser un añadido molesto a la esencia de la concepción que tuviera el genio coreográfico del clasicismo decimonónico. Agiliza el desarrollo de la historia al resumirla sólo a dos actos y cinco escenas, rescatando además un final prácticamente desechado en las producciones occidentales de las últimas décadas. La propuesta de Luis Ortigoza es acertada, respetuosa y cuidada; aportando sin dañar la génesis de la obra.
De los intérpretes:
Anna Osadcenko nos regala una Nikiya limpia, cuidada y pulcra en los aspectos técnicos de su danzar, pero algo difuso en lo estrictamente interpretativo. A momentos apropiada del rol y en otros abandonada a lo meramente técnico. Poseedora de una hermosa línea y pies pocas veces vistos por estas latitudes; creemos que no entregó en escena todo el potencial que esta artista pudiera dar. Quizás esta, su primera incursión en el rol, no le permitieron desenvolverse con total libertad y fluidez, encontrando su mayor logro en el Solo de la escena tercera (Acto I), cuyo lamento danzado a los sones del cello, dejan entrever a una incipiente actriz atrapada por la exigencia técnica. Luis Ortigoza (Solor), se desenvuelve con naturalidad en un rol que le es propicio, demuestra madurez en lo interpretativo manteniendo un buen ritmo para la resolución de toda transición en el drama danzado más allá de la pirotecnia excelsa. Andreza Randisek compone una Gamzatti sólida de principio a fin en términos técnicos e interpretativos. Su danza exenta de vacilaciones y quiebres se ve enriquecida por pequeños matices bien resueltos en cuanto a dinámica y velocidad unida a la plástica, aspecto que es propio de esta artista. Emmanuel Vázquez, responsable de encarnar al ídolo de oro, logra la excelencia desde todo punto de vista. Técnicamente brillante, sólido, seguro, bello en su línea, resuelto musicalmente vive el rol, luciendo absolutamente como una verdadera deidad. Emmanuel Vázquez cautiva por su sola presencia en escena, cualidad necesaria para brillar en el concierto internacional de la danza, lugar que sin duda creemos le está asignado a este joven baluarte del Ballet de Santiago. Esdras Hernández imprime al rol del Fakir líder un sello bastante particular desde la corporalidad, resultando convincente y veraz la composición de su personaje. Patricio Melo (Gran Brahmin) sólido en su personaje, asume el peso que le cabe en la historia manteniendo la fuerza y carácter. El Gran Rajá personificado por Jaime Pinto, se impone con fuerza y autoridad en escena, al igual que la Aya de Loreto Reategui. Dos artistas cuyos roles en carácter aciertan para el desarrollo y evolución de l
Publicado por Charles Benner el 30 de Noviembre de 1999 a las 5:00am
La Bayadera, en versión coreográfica del bailarín estrella Luis Ortigoza, dio inicio este miércoles 18 recién pasado a la Temporada Artística 2012 del Ballet de Santiago, conjunto que dirige la experimentada Marcia Haydée. En esta oportunidad la visita de la kazaja Anna Osadcenko, primera figura del Ballet de Stuttgart, junto a la concepción artística del diseñador y escenógrafo Pablo Núñez, más la participación del juvenil bailarín Emmanuel Vázquez; sin duda imprimieron a la velada un marco de excelencia y belleza sin par.
Está claro que la presente partitura musical es una de las más inspiradas que nos legara Ludwig Minkus, el maestro vienés radicado en la Rusia zarista del siglo XIX. Junto a Marius Petipa establece una alianza artística que dará como fruto algunas exitosas producciones que el coreógrafo marsellés propusiera para el Ballet Imperial, siendo quizás “La Bayadera”, la de mayor riqueza y elaboración en términos armónico-musicales que lograra Ludwig Minkus para ballet, generando así, una atmósfera de enorme riqueza e interesantes matices para la dramaturgia bailada concebida por el gran Petipa. De igual forma, en los aspectos coreográficos apreciamos en “La Bayadera” de Marius Petipa, el clímax de su talento creativo el cual equilibra en sincronía total el desarrollo dramatúrgico, junto al divertissement, la conclusión de la trama y la apoteosis final.
De la coreografía:
Ahora bien, hincarle el diente a una obra señalada como perfecta en su estructura y género resulta un tanto arriesgada; pues mucho del original se ha perdido con las repetidas alteraciones y cortes en la partitura legada a estos tiempos, como también, por la ausencia de apuntes de primera fuente. No obstante, Luis Ortigoza incursiona el año 2007 en este título debutando entonces como coreógrafo, para lo cual propone un trabajo de equipo apoyado con músicos, diseñadores, bailarines y otros a modo de aproximarse con mayor fidelidad al original, o al menos, al espíritu de su creador. Es así como la pianista Albena Dobreva, aporta exitosamente desde su trinchera reordenando una partitura que con el tiempo había ido mutando, lo cual producía más de alguna cefalea a los directores de orquesta al momento de reinterpretar la esencia primera de la composición. Pablo Núñez, hace lo propio investigando en cuanto a texturas, colores y usanzas de la época según documentación escrita y pictórica; logrando un resultado de excelencia mayúscula. Luis Ortigoza, respetuoso de la tradición, estilo y legado original, propone una lectura renovada con mayor participación del contingente masculino, creando para ello la danza de los guerreros y la danza de los sacerdotes. Ambas inserciones aciertan en lo coreográfico y lo narrativo; pues mantiene el estilo de la obra sin ser un añadido molesto a la esencia de la concepción que tuviera el genio coreográfico del clasicismo decimonónico. Agiliza el desarrollo de la historia al resumirla sólo a dos actos y cinco escenas, rescatando además un final prácticamente desechado en las producciones occidentales de las últimas décadas. La propuesta de Luis Ortigoza es acertada, respetuosa y cuidada; aportando sin dañar la génesis de la obra.
De los intérpretes:
Anna Osadcenko nos regala una Nikiya limpia, cuidada y pulcra en los aspectos técnicos de su danzar, pero algo difuso en lo estrictamente interpretativo. A momentos apropiada del rol y en otros abandonada a lo meramente técnico. Poseedora de una hermosa línea y pies pocas veces vistos por estas latitudes; creemos que no entregó en escena todo el potencial que esta artista pudiera dar. Quizás esta, su primera incursión en el rol, no le permitieron desenvolverse con total libertad y fluidez, encontrando su mayor logro en el Solo de la escena tercera (Acto I), cuyo lamento danzado a los sones del cello, dejan entrever a una incipiente actriz atrapada por la exigencia técnica. Luis Ortigoza (Solor), se desenvuelve con naturalidad en un rol que le es propicio, demuestra madurez en lo interpretativo manteniendo un buen ritmo para la resolución de toda transición en el drama danzado más allá de la pirotecnia excelsa. Andreza Randisek compone una Gamzatti sólida de principio a fin en términos técnicos e interpretativos. Su danza exenta de vacilaciones y quiebres se ve enriquecida por pequeños matices bien resueltos en cuanto a dinámica y velocidad unida a la plástica, aspecto que es propio de esta artista. Emmanuel Vázquez, responsable de encarnar al ídolo de oro, logra la excelencia desde todo punto de vista. Técnicamente brillante, sólido, seguro, bello en su línea, resuelto musicalmente vive el rol, luciendo absolutamente como una verdadera deidad. Emmanuel Vázquez cautiva por su sola presencia en escena, cualidad necesaria para brillar en el concierto internacional de la danza, lugar que sin duda creemos le está asign
Publicado por Charles Benner el 30 de Noviembre de 1999 a las 5:00am
La Bayadera, en versión coreográfica del bailarín estrella Luis Ortigoza, dio inicio este miércoles 18 recién pasado a la Temporada Artística 2012 del Ballet de Santiago, conjunto que dirige la experimentada Marcia Haydée. En esta oportunidad la visita de la kazaja Anna Osadcenko, primera figura del Ballet de Stuttgart, junto a la concepción artística del diseñador y escenógrafo Pablo Núñez, más la participación del juvenil bailarín Emmanuel Vázquez; sin duda imprimieron a la velada un marco de excelencia y belleza sin par.
Está claro que la presente partitura musical es una de las más inspiradas que nos legara Ludwig Minkus, el maestro vienés radicado en la Rusia zarista del siglo XIX. Junto a Marius Petipa establece una alianza artística que dará como fruto algunas exitosas producciones que el coreógrafo marsellés propusiera para el Ballet Imperial, siendo quizás “La Bayadera”, la de mayor riqueza y elaboración en términos armónico-musicales que lograra Ludwig Minkus para ballet, generando así, una atmósfera de enorme riqueza e interesantes matices para la dramaturgia bailada concebida por el gran Petipa. De igual forma, en los aspectos coreográficos apreciamos en “
Publicado por Charles Benner el 30 de Noviembre de 1999 a las 5:00am
La Bayadera, en versión coreográfica del bailarín estrella Luis Ortigoza, dio inicio este miércoles 18 recién pasado a la Temporada Artística 2012 del Ballet de Santiago, conjunto que dirige la experimentada Marcia Haydée. En esta oportunidad la visita de la kazaja Anna Osadcenko, primera figura del Ballet de Stuttgart, junto a la concepción artística del diseñador y escenógrafo Pablo Núñez, más la participación del juvenil bailarín Emmanuel Vázquez; sin duda imprimieron a la velada un marco de excelencia y belleza sin par.
Publicado por Charles Benner el 30 de Noviembre de 1999 a las 5:00am
La Bayadera, en versión coreográfica del bailarín estrella Luis Ortigoza, dio inicio este miércoles 18 recién pasado a la Temporada Artística 2012 del Ballet de Santiago, conjunto que dirige la experimentada Marcia Haydée. En esta oportunidad la visita de la kazaja Anna Osadcenko, primera figura del Ballet de Stuttgart, junto a la concepción artística del diseñador y escenógrafo Pablo Núñez, más la participación del juvenil bailarín Emmanuel Vázquez; sin duda imprimieron a la velada un marco de excelencia y belleza sin par.
Está claro que la presente partitura musical es una de las más inspiradas que nos legara Ludwig Minkus, el maestro vienés radicado en la Rusia zarista del siglo XIX. Junto a Marius Petipa establece una alianza artística que dará como fruto algunas exitosas producciones que el coreógrafo marsellés propusiera para el Ballet Imperial, siendo quizás “La Bayadera”, la de mayor riqueza y elaboración en términos armónico-musicales que lograra Ludwig Minkus para ballet, generando así, una atmósfera de enorme riqueza e interesantes matices para la dramaturgia bailada concebida por el gran Petipa. De igual forma, en los aspectos coreográficos apreciamos en “La Bayadera” de Marius Petipa, el clímax de su talento creativo el cual equilibra en sincronía total el desarrollo dramatúrgico, junto al divertissement, la conclusión de la trama y la apoteosis final.
De la coreografía:
Ahora bien, hincarle el diente a una obra señalada como perfecta en su estructura y género resulta un tanto arriesgada; pues mucho del original se ha perdido con las repetidas alteraciones y cortes en la partitura legada a estos tiempos, como también, por la ausencia de apuntes de primera fuente. No obstante, Luis Ortigoza incursiona el año 2007 en este título debutando entonces como coreógrafo, para lo cual propone un trabajo de equipo apoyado con músicos, diseñadores, bailarines y otros a modo de aproximarse con mayor fidelidad al original, o al menos, al espíritu de su creador. Es así como la pianista Albena Dobreva, aporta exitosamente desde su trinchera reordenando una partitura que con el tiempo había ido mutando, lo cual producía más de alguna cefalea a los directores de orquesta al momento de reinterpretar la esencia primera de la composición. Pablo Núñez, hace lo propio investigando en cuanto a texturas, colores y usanzas de la época según documentación escrita y pictórica; logrando un resultado de excelencia mayúscula. Luis Ortigoza, respetuoso de la tradición, estilo y legado original, propone una lectura renovada con mayor participación del contingente masculino, creando para ello la danza de los guerreros y la danza de los sacerdotes. Ambas inserciones aciertan en lo coreográfico y lo narrativo; pues mantiene el estilo de la obra sin ser un añadido molesto a la esencia de la concepción que tuviera el genio coreográfico del clasicismo decimonónico. Agiliza el desarrollo de la historia al resumirla sólo a dos actos y cinco escenas, rescatando además un final prácticamente desechado en las producciones occidentales de las últimas décadas. La propuesta de Luis Ortigoza es acertada, respetuosa y cuidada; aportando sin dañar la génesis de la obra.
De los intérpretes:
Anna Osadcenko nos regala una Nikiya limpia, cuidada y pulcra en los aspectos técnicos de su danzar, pero algo difuso en lo estrictamente interpretativo. A momentos apropiada del rol y en otros abandonada a lo meramente técnico. Poseedora de una hermosa línea y pies pocas veces vistos por estas latitudes; creemos que no entregó en escena todo el potencial que esta artista pudiera dar. Quizás esta, su primera incursión en el rol, no le permitieron desenvolverse con total libertad y fluidez, encontrando su mayor logro en el Solo de la escena tercera (Acto I), cuyo lamento danzado a los sones del cello, dejan entrever a una incipiente actriz atrapada por la exigencia técnica. Luis Ortigoza (Solor), se desenvuelve con naturalidad en un rol que le es propicio, demuestra madurez en lo interpretativo manteniendo un buen ritmo para la resolución de toda transición en el drama danzado más allá de la pirotecnia excelsa. Andreza Randisek compone una Gamzatti sólida de principio a fin en términos técnicos e interpretativos. Su danza exenta de vacilaciones y quiebres se ve enriquecida por pequeños matices bien resueltos en cuanto a dinámica y velocidad unida a la plástica, aspecto que es propio de esta artista. Emmanuel Vázquez, responsable de encarnar al ídolo de oro, logra la excelencia desde todo punto de vista. Técnicamente brillante, sólido, seguro, bello en su línea, resuelto musicalmente vive el rol, luciendo absolutamente como una verdadera deidad. Emmanuel Vázquez cautiva por su sola presencia en escena, cualidad necesaria para brillar en el concierto internacional de la danza, lugar que sin duda creemos le está asignado a este joven baluarte del Ballet de Santiago. Esdras Hernández imprime al rol del Fakir líder un sello bastante particular desde la corporalidad, resultando convincente y veraz la composición de su personaje. Patricio Melo (Gran Brahmin) sólido en su personaje, asume el peso que le cabe en la historia manteniendo la fuerza y carácter. El Gran Rajá personificado por Jaime Pinto, se impone con fuerza y autoridad en escena, al igual que la Aya de Loreto Reategui. Dos artistas cuyos roles en carácter aciertan para el desarrollo y evolución de la historia. Sin duda la madurez y experiencia adquirida por ambos artistas, les permite abordar cómodamente un rol secundario para darle brillo y credibilidad en escena. Lidia Olmos, Camila Aranda y Dolores Salazar; bailarinas responsables de las variaciones solistas en el Acto II - Reino de las Sombras -, cumplen correctamente sus roles asignados, siendo Dolores Salazar quien llama la atención por su seguridad y solidez en la tercera variación. El cuerpo de baile femenino responde con excelencia a la exigente Entrée del Reino de la Sombras, demostrando que la compañía se encuentra en un buen nivel técnico. No obstante, debe atenderse (maestros de baile y ensayistas) a pequeños grandes detalles en la fluidez del torso y brazos, como también a la fuerza necesaria para concluir la línea final del pie. El contingente masculino hace lo propio a través de las danzas compuestas por Luis Ortigoza para su lucimiento. Vemos un cuerpo de baile comprometido y resuelto con la exigencia técnica más el compromiso actoral.
De la escenografía, vestuario e iluminación
Pablo Núñez sorprende gratamente por la fineza, elegancia y sutileza de sus escenografías. Por tiempo hemos visto sus puestas en escena para óperas y ballets e